Una nueva belleza

Una nueva belleza
Una nueva belleza que sólo yo reconozco: la que brota de mi alma

miércoles, 25 de noviembre de 2015

La soledad puede aumentar 14% el riesgo de muerte prematura en los adultos mayores, según un estudio publicado ayer que postula una base fisiológica para este fenómeno.

La soledad es un riesgo a la salud que tiene bases fisiológicas

El equipo de investigadores, dirigidos por el psicólogo de la Universidad de Chicago John Cacioppo, había ya identificado un vínculo entre la soledad y un aumento de actividad de los genes involucrados en las inflamaciones y una disminución de la actividad de otros genes que cumplen un papel crucial en las respuestas antivirales del cuerpo.

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Descubrieron sus efectos en el tiempo (Archivo)
EL UNIVERSAL
martes 24 de noviembre de 2015  11:38 AM
Washington.- La soledad puede aumentar 14% el riesgo de muerte prematura en los adultos mayores, según un estudio publicado ayer que postula una base fisiológica para este fenómeno.

Los peligros del aislamiento social se conocen desde hace tiempo, pero no se entendía hasta el momento, con exactitud, cuáles eran sus efectos en el cuerpo, señaló una investigación publicada en las Actas de la Academia Nacional de las Ciencias (PNAS).

El equipo de investigadores, dirigidos por el psicólogo de la Universidad de Chicago John Cacioppo, había ya identificado un vínculo entre la soledad y un aumento de actividad de los genes involucrados en las inflamaciones y una disminución de la actividad de otros genes que cumplen un papel crucial en las respuestas antivirales del cuerpo, reseñó AFP.

El resultado es un sistema inmunológico debilitado que vuelve a las personas más vulnerables a la enfermedad.

En su última investigación, los científicos analizaron los leucocitos, que son células blancas en la sangre utilizadas por el sistema inmunológico para proteger al cuerpo de virus y bacterias.

Hallaron este mismo cambio de expresión genética en los leucocitos de las personas que viven solas y aisladas socialmente.

También descubrieron que la soledad pronosticó el comportamiento genético con un año o más de anticipación.

"La expresión genética de los leucocitos y la soledad parece tener una relación recíproca, lo cual sugiere que cada una puede ayudar a propagar la otra a lo largo del tiempo", señalaron investigadores.

"Estos resultados fueron específicos sobre la soledad y no pueden explicarse por la depresión, el estrés o el apoyo social", señalaron los investigadores.

Los investigadores estudiaron al macaco rhesus, un primate muy sociable, y hallaron un proceso celular similar vinculado a sus experiencias sociales.

La expresión genética de los monos que estaban solos involucró más inflamaciones y menos defensas antivirales.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Una pareja de canadienses, identificados como Charles Mackenzie y Dorothy Mackenzie, de 67 y 63 años, fueron encontrados sin vida este lunes en un hotel cerca de Playa del Carmen, al sur de Cancún, dentro de un jacuzzi que estaba dentro de la habitación

Ancianos murieron mientras tenían relaciones en un jacuzzi

Hotel Cancún |Crédito: Infobae
Las autoridades de hotel junto a la hija de la pareja procedieron a revisar la habitación luego de días en que no se sabía nada de los sexagenarios

Una pareja de canadienses, identificados como Charles Mackenzie y Dorothy Mackenzie, de 67 y 63 años, fueron encontrados sin vida este lunes  en un hotel cerca de Playa del Carmen, al sur de Cancún, dentro de un jacuzzi que estaba dentro de la habitación
Las autoridades de hotel procedieron a revisar la habitación luego de días en que no se sabía nada de los sexagenarios.
Fuentes oficiales señalaron que el motivo de las muertes se debió a un ataque cardíaco del hombre que de alguna manera hizo que la mujer se ahogara.
La pareja se encontraba en la isla mexicana para asistir a la boda de su hija, quien los encontró sin vida. . La joven los llamó a la habitación porque no bajaron a desayunar. Al no contestar el teléfono, pidió ayuda al personal de hotel y subió al cuarto, encontrándolos sin vida, reseñó Infobae.
El vocero del hotel, David Rubeo, descartó la posibilidad de que la pareja muriera electrocutada por el mecanismo de hidromasaje.
“El cuarto estaba perfectamente bien. Todo el equipamiento estaba funcionando perfectamente”, dijo.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Y me pregunto: ¿cicatrizarán las heridas que el chavismo ha causado en nuestra vida democrática? ¿Se transformarán y permanecerán como simples recuerdos hasta caer finalmente en los pozos del olvido? ¿Podremos olvidar a quienes destruyeron la economía venezolana y marcaron los desventurados traspiés de la cultura, la demolición del conocimiento universitario y el lúgubre hacinamiento de cadáveres en la morgue? ¿Sepultaremos en el fondo de nuestras heridas el oleaje de rencor social y la vulgaridad que Hugo Chávez encrespó en el alma venezolana mientras la corrupción, el narcotráfico y la impunidad se pasean por las calles, a pleno mediodía? ¿Echaremos tierra sobre el adolescente desarmado cuyo cráneo estalló cuando disparó el policía o el guardia nacional y motivó el miserable y descarnado humor de Roy Chaderton? Y me pregunto: ¿cicatrizarán y se borrarán mis propias heridas? ¿Tendré el valor de perdonar a quienes tanto me han herido y ofendido? Más aún: ¿habrá una cirugía capaz de eliminar de mi memoria las ostensibles cicatrices de mis desventuras?

Cicatrices


Una cicatriz es la señal que queda en los tejidos orgánicos después de curada una herida o llaga. Se habla de restañar una herida, y, de acuerdo con la gravedad de las provocadas por arma, lamentable azar o mano propia o ajena, lleva tiempo cicatrizarlas; pero esta sería una acepción que atañe a la patología porque existen otras heridas que, a veces, tardan mucho más en cicatrizar o no lo logran jamás. Hablo de la flagelación de nuestra memoria. Son las heridas que se producen en el alma; las que desgarran el espíritu, acuchillan el ánima o nos desamparan. Son las cicatrices de un pasado que no soporta su propio peso. “Tengo la profunda sensación –dijo Marguerite Yourcenar en la entrevista que le hizo Mathieu Galey– de que todo acontecimiento, feliz o desdichado, deja un rastro indeleble, una cicatriz. Lo terrible es pensar hasta qué punto nuestra época está mal ‘cicatrizada’, llena de llagas purulentas, de odio, de deseo de venganza, de rencor”.
El régimen bolivariano, para poner un ejemplo, no solo está dejando cicatrices en el rostro de mis ilusiones democráticas sino desfigurándolo con tanta saña y perversidad que se le hará difícil a cualquier demócrata del mundo reconocer en mí su propio rostro. En espacios más trágicos, la sucia guerra en el Vietnam es un triste ejemplo de peores cicatrices porque están marcadas por el napalm, la guerra bacteriológica o las bombas solo matagente. Las actividades desarrolladas en los laboratorios de la ciencia, utilizadas luego con propósitos políticos para despedazar la vida humana, también provocan heridas profundas difíciles de cicatrizar. ¡Que lo digan los habitantes de Hiroshima y de Nagasaki o Harry Truman que maduró la orden de lanzar las bombas mientras el barbero, en silencio, lo afeitaba en la Casa Blanca!
El Zyklon B, aquel pesticida a base de cianuro fabricado por la IG Farben utilizado para asesinar a millones de judíos en los campos de concentración nazis; los crímenes y millones de muertes perpetradas por Stalin, Mao Zedong y muchos otros sátrapas son cicatrices abiertas que se activan y se remueven en el hervor de la memoria y en la desolación de nuestros espíritus. 
John Milton aseguraba que el rostro de Satanás estaba surcado por las cicatrices del rayo, y vi dos esculturas de Ana María Mazzei en una galería de El Hatillo que tienen cicatrices producidas por la furia interior de su autora. Sin embargo, Rafael Cadenas observó que “crece sobre cicatrices la rosa de un mediodía”. ¡Cicatrices en el arte! Pero insisto: hay heridas que por más esfuerzo que hagamos tardan en cicatrizar: un amor derrotado, las ofensas, los agravios, la indignidad, el desprecio a los otros, la delación y la deslealtad; la exclusión, cualquiera que sea su origen o naturaleza, porque lesionan o maltratan el carácter sagrado de nuestras vidas. 
Y me pregunto: ¿cicatrizarán las heridas que el chavismo ha causado en nuestra vida democrática? ¿Se transformarán y permanecerán como simples recuerdos hasta caer finalmente en los pozos del olvido? ¿Podremos olvidar a quienes destruyeron la economía venezolana y marcaron los desventurados traspiés de la cultura, la demolición del conocimiento universitario y el lúgubre hacinamiento de cadáveres en la morgue? ¿Sepultaremos en el fondo de nuestras heridas el oleaje de rencor social y la vulgaridad que Hugo Chávez encrespó en el alma venezolana mientras la corrupción, el narcotráfico y la impunidad se pasean por las calles, a pleno mediodía? ¿Echaremos tierra sobre el adolescente desarmado cuyo cráneo estalló cuando disparó el policía o el guardia nacional y motivó el miserable y descarnado humor de Roy Chaderton? Y me pregunto: ¿cicatrizarán y se borrarán mis propias heridas? ¿Tendré el valor de perdonar a quienes tanto me han herido y ofendido? Más aún: ¿habrá una cirugía capaz de eliminar de mi memoria las ostensibles cicatrices de mis desventuras?

En los últimos cinco años se ha triplicado la proporción de personas de la tercera edad conectadas

Capacidades cognitivas de adultos mayores mejoran con acceso a la web

Ante las fallas, usuarios solo pudieron conectarse por operadoras de servicio privado | Foto Cortesía Taringa
Ingresan a servicios en línea como el IVSS o la banca | Foto Cortesía Taringa
En los últimos cinco años se ha triplicado la proporción de personas de la tercera edad conectadas

Datos de Tendencias Digitales indican que en 2012 solo 2% de los internautas venezolanos tenía más de 50 años de edad. Esa proporción ha venido creciendo y la misma empresa de investigación de los mercados digitales afirma que actualmente hay más de 650.000 ciudadanos por encima de esa edad que tienen acceso a la red de redes, casi 5% del total de usuarios de Internet.
A pesar de este auge, a los adultos mayores todavía les queda mucho terreno por recorrer, si observamos cómo en otros segmentos demográficos la penetración de Internet es mucho más alta: por ejemplo, 7 de cada 10 internautas de entre 15 años y 25 años está conectado.
La vía de acercamiento de los miembros de la tercera edad al mundo digital viene básicamente por la necesidad de acceder a los servicios en línea de instituciones públicas –el portal del Seguro Social, por ejemplo– o privadas, como la banca vía Internet, dice Beltsy González, especialista en mercadeo digital.
La principal dificultad para integrarse a ese mundo viene de una percepción errada que muchos de los mayores tienen de sí mismos, de su capacidad para dominar las nuevas herramientas de comunicación, agrega González, quien ofrece talleres para adultos mayores, organizados por la oficina de Atención al Ciudadano de la Alcaldía de El Hatillo.
Beneficios colaterales
La otra razón que está motivando a las personas mayores a acercarse a las herramientas digitales es la necesidad de conectarse con sus seres queridos que residen en el exterior, afirma González. Pero los beneficios del uso de Internet y de las redes sociales van mucho más allá de las necesidades de comunicación. Hay evidencias de que la navegación en la web y el uso del chat, Twitter y Facebook sirven para ejercitar capacidades cognitivas específicas.
Las personas conectadas se exponen a un mundo no lineal, ramificado (como en la web), donde hay diversas historias entrecruzadas y simultáneas, por lo que los especialistas sostienen que al utilizar el chat o Twitter se entrena el uso de la atención dividida, la velocidad de procesamiento y la memoria de trabajo verbal. Facebook ayuda a optimizar la memoria de trabajo visual-espacial y la cognición social.
A pesar de los retos que la tecnología puede presentar a la tercera edad, el testimonio de quienes son ya inmigrantes digitales muestra una actitud positiva acerca de los beneficios de la vida en línea.

El ruido del ventilador no cesa. Ese constante golpeteo contra sí mismo retumba como una metáfora de la vida de aquella mujer. Triste, maniática, metódica y profundamente sola, ella deambula por su casa como una extraña de sí misma.En una puesta naturalista, Orlando Arocha dirige a Diana Volpe en el monólogo silente Las noches celestiales de la señorita Rasch. Incluye boleros en vivo

Una casa solitaria se vuelve la más insoportable compañía

Volpe encarna a una mujer depresiva, maniática y metódica | FOTO MANUEL SARDÁ
Volpe encarna a una mujer depresiva, maniática y metódica | FOTO MANUEL SARDÁ
En una puesta naturalista, Orlando Arocha dirige a Diana Volpe en el monólogo silente Las noches celestiales de la señorita Rasch. Incluye boleros en vivo

El ruido del ventilador no cesa. Ese constante golpeteo contra sí mismo retumba como una metáfora de la vida de aquella mujer. Triste, maniática, metódica y profundamente sola, ella deambula por su casa como una extraña de sí misma.
Maquillada, de traje y con peinado postizo, pareciera que espera a alguien. Pero nadie llega. Es el espectador el único invasor en su silenciosa rutina.
Con un tratamiento naturalista, Orlando Arocha decidió llevar a escenaLas noches celestiales de la señorita Rasch. Del escritor alemán Franz Xaver Kroetz, la pieza es un monólogo sin texto que se introduce en la pequeña historia de esos personajes que se han quedado marginados, por elección o circunstancia. Se estrena hoy en La Caja de Fósforos de Bello Monte.
“Es una obra que nos habla de los seres humanos que nos podemos conseguir a diario y tienen algo de particular. Manifiestan necesidades que no saben cómo resolver y nosotros les pasamos por un lado a veces con desprecio o desinterés. Es un poco analizar nuestra mirada sobre el otro”, dice el director. Y agrega sobre la puesta en escena: “Creo que al ser realista se conecta más con el público, nos hace más evidente lo que pasa por la cabeza de ese personaje. Y se logró con una gran pequeña ayuda de mis amigos. Todo el mundo dio lo mejor”.
Las noches celestiales de la señorita Rasch está protagonizada por Diana Volpe. En un ambiente de un tono amarillo líquido y melancólico, la actriz hierve agua, se prepara una cena –que no come–, teje, orina y lava los platos. De fondo solo se escucha la televisión: un episodio sobre cómo las arañas y los roedores construyen sus casas. “Se escogió con toda la intención, quería plantear la forma en la que vivimos en esos espacios que llamamos hogar. A fin de cuentas es una necesidad animal y me pareció un juego interesante”, expresa Arocha.
Pero al rato la señorita Rasch se cansa de la TV. La apaga violentamente. Es momento de la radio: un programa empalagoso –con dejos de autoayuda– que habla del amor, el despecho y el sentimentalismo. Se completa así la escena, casi ridícula, de este abandonado personaje. “Hay cosas muy interesantes en ese programa. Tiene frases que han pasado por la cabeza de muchos. Hay un cursi dentro de todos nosotros”, sentencia el director.
Los boleros que se escuchan son interpretados en vivo por cuatro músicos, que también son actores. Una guitarra, un bongó y una muy linda armonía de voces interactúan con la casa, hasta el punto de no saber si ellos emanan de la mente de la mujer o es ella la representación del alma triste de sus canciones.
Finaliza Arocha: “Estos personajes se plantean la soledad como una forma de vida, hasta que ya no hay escapatoria. La pieza toca el tema de la felicidad y cómo vivir, un aliciente para replantearnos cosas en esta época decembrina”.
Las noches celestiales de la señorita RaschLa Caja de Fósforos, Concha Acústica de Bello Monte
Funciones: viernes y sábado, 8:00 pm; domingo, 6:00 pm
Entrada: 250 bolívares

Hasta ahora, nadie les ha explicado por qué fue hecho así; pero lo cierto es que la construcción del nuevo teleférico Galipán-Macuto, que partirá desde el parque Waraira Repano, antes Ávila Mágica, y culminará en El Cojo, en la costa varguense, ha dividido a la comunidad de Galipán.

Galipán, cable a tierra

El nuevo teleférico vino a separar, literal y figuradamente, a una comunidad que se debate entre mantener su tradición agrícola e incrementar su pujanza turística, todo en un parque nacional. Por Pedro García Otero

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En marzo hubo un incendio en la zona que duró 17 días CORTESÍA
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EL UNIVERSAL
domingo 8 de noviembre de 2015  12:00 AM
Hasta ahora, nadie les ha explicado por qué fue hecho así; pero lo cierto es que la construcción del nuevo teleférico Galipán-Macuto, que partirá desde el parque Waraira Repano, antes Ávila Mágica, y culminará en El Cojo, en la costa varguense, ha dividido a la comunidad de Galipán. 

Y el término no se usa en sentido puramente metafórico: activistas comunitarios del poblado que está en lo más alto del parque nacional Waraira Repano, así como trabajadores de Inparques, señalan que la construcción de la obra, con 33 torres y cuatro estaciones (dos de ellas ubicadas en el propio Galipán) produce un daño ambiental que tenderá a empeorar cuando los viajeros acudan por miles al poblado.

Mientras tanto, otros residentes de Galipán esperan que el proyecto cambie la vocación agrícola del pueblo, por otra, turística, que ya parece inevitable y que se consolida cada día con nuevas posadas y restaurantes dentro del espacio del parque nacional. 

Más de 700 propietarios de casas en el poblado firmaron un documento, que fue presentado al gobernador de Vargas, Jorge Luis García Carneiro, solicitándole que se modificara la ruta del teleférico, que parte por la mitad a dos de los cinco sectores que tiene Galipán (San Isidro y Manzanares). En este último se encuentra, por ejemplo, la casa de Felipe Díaz, agricultor.

A Díaz le exigieron una parte de su terreno para construir una de las bases del teleférico; pero esto hace que, prácticamente, las cabinas rasguen el techo de su casa. Él ofreció otra parte del mismo, pero le dijeron que era imposible modificar el trazado. 

En cualquiera de los dos escenarios haría un sacrificio sustancial, porque su terreno tiene 500 metros cuadrados y la extensión de las bases de la torre es de aproximadamente 140 metros cuadrados. Y aún así, nadie le ha ofrecido, si tan siquiera, una indemnización. 

El mismo caso está padeciendo otra residente, Zulay Guánchez, a quien una de las torres tapará virtualmente la entrada de su casa, y denunció su caso a un portal de noticias en Internet. Lo que a Guánchez le han ofrecido es abrirle una trocha como nuevo acceso a su vivienda. 

Al menos otras cinco personas están en la misma situación, indica Roberto Pérez, presidente de la Asociación de Vecinos de Galipán, miembro de uno de los cinco consejos comunales que hacen vida en el sector; un abogado residente en la montaña ("mi familia ha vivido aquí por siete generaciones", afirma) que se ha constituido, con el respaldo de sus vecinos, en su representante legal oficioso. Son los mismos que firmaron la carta solicitando retomar el trazado original del teleférico, del régimen de Marcos Pérez Jiménez (antes de que el Ávila fuera parque nacional) el cual bordea la montaña.

Técnicos de Inparques también han cuestionado el proyecto, tanto a lo interno de su organización como hacia el exterior. Señalan que el nuevo trazado fue una agresión a la montaña desde el mismo momento que comenzó a construirse: "se están trasladando los materiales por la carretera, violando las regulaciones de carga de la misma, y se están haciendo grandes deforestaciones para construir cada torre. Es algo que se puede observar a simple vista".

El otro daño que advierten los técnicos de Inparques es que "no se está evaluando el impacto que pueden tener 6 mil, 8 mil personas todos los fines de semana en el parque". 

Cuestionan, particularmente, la estación San José de Galipán, donde se está planificando una feria de comida y la construcción de un museo en lo que era la antigua estación de El Irón. Señalan que el impacto ambiental de esa actividad no solo afectará a Galipán, sino a Macuto. 

Señalan, igualmente, que el proyecto se presentó a la comunidad de Galipán sin haber obtenido el consentimiento de esta, y que el mismo carece del correspondiente Estudio de Impacto Ambiental (EIA). Pérez desconoce si el EIA existe, pero señala que "a nosotros nos han hablado de él, pero nunca nos lo han presentado". 

Los argumentos

No es Inparques el organismo que está asumiendo las obras y los permisos del nuevo teleférico, sino Ventel C.A. (Venezolana de Teleféricos) órgano dependiente del Ministerio de Turismo y que también administra los teleféricos de Mérida y el del Waraira Repano que conocemos hoy. 

En el momento de presentar el proyecto (2013) el entonces ministro de Turismo, Andrés Izarra, señaló que la inversión en el mismo ascendía a $680 millones, y que no se podía usar el antiguo trazado del sistema (que funcionó hasta 1980) porque durante el deslave de Vargas, en 1999, algunas torres habían quedado inutilizadas. Sin embargo, los residentes de Galipán no encuentran esta explicación convincente, porque gran parte de las estructuras del viejo teleférico, incluyendo algunas de sus cabinas, aún son visibles bajando desde Galipán hacia Macuto por la carretera que construyó Rafael Caldera en su primer Gobierno, con participación de los propios galipaneros, entre ellos un para entonces muy joven Roberto Pérez. 

La infraestructura civil del nuevo teleférico, que tiene un recorrido de 7,5 kilómetros y cuatro estaciones, fue encomendada a Inversiones Alfamaq C.A., una empresa privada que tiene un amplio portafolio de proyectos estatales, incluyendo el gimnasio de la Academia Militar, la renovación del hipódromo La Rinconada tras el paso de damnificados durante varios años por sus instalaciones, la recuperación del Poliedro de Caracas y el complejo urbanístico San Francisco de Yare, en el Tuy. Entre las obras "en ejecución" en su página web se encuentra, precisamente, la del Teleférico. 

Mientras tanto, el sistema de teleférico, como tal, se le encomendó a Doppelmayr, la empresa austríaca productora de teleféricos que es una de las más conocidas del mundo y que acaba de rehacer el teleférico Mukumbarí, de Mérida. Un vocero de Promociones Munich, filial venezolana de esta última, y quien pidió expresamente no ser identificado, señaló que "nosotros entramos al proyecto desde el principio, pero nuestra acción se limita a la instalación de los equipos operativos del sistema. Por supuesto, estamos trabajando cerca de Alfamaq para asegurarnos de que no haya problemas cuando llegue ese momento (el de instalar los equipos) pero toda la obra civil es de Alfamaq, y toda la permisería es obtenida directamente por Ventel". 

El Universal intentó contactar a voceros de Alfamaq y envió comunicaciones a Venezolana de Teleféricos solicitando información sobre la construcción del teleférico, y no obtuvo respuesta. De la misma manera, envió comunicaciones al Instituto Nacional de Parques solicitando su versión de los planteamientos de los vecinos, sin resultados. Entre quienes están a favor del proyecto se encuentran los posaderos de la zona, quienes señalan que el espacio turístico se potenciará con la llegada de viajeros, y con este, el de restaurantes y otros servicios. Cuando se les consultó sobre el impacto que el teleférico tendrá sobre el medio ambiente, uno de ellos señaló que "mucho más impacto tiene el recorrido constante de vehículos de doble tracción por la carretera de Cotiza a Macuto", y agregó que el teleférico es una "alternativa limpia" para quienes deseen hacer el recorrido. 

Lo que sigue

Pese a que Galipán fue decretada en 2003 como Área Bajo Régimen de Administración Especial (Abrae) por el Ministerio del Ambiente, y su administración fue encomendada a Inparques, este organismo no ha emitido opinión sobre las obras que se están llevando a cabo dentro del parque. Los técnicos de este organismo atribuyeron la situación a que el mismo se encuentra prácticamente paralizado desde el punto de vista de equipamiento y señalaron que la institución se ha desprofesionalizado. "Esto no es así solo en Galipán, la situación es mucho más crítica en otros parques nacionales, especialmente en los más alejados de las ciudades", señalan. 

Dentro de la designación de Galipán como Abrae, se incluía un plan de sitio, elaborado por la Universidad Simón Bolívar, y que nunca pudo ser culminado por las protestas de los propios galipaneros y la controversia que generó. 

Según se dijo en aquel momento, hace 12 años, el plan de sitio que terminó presentándose a los galipaneros no tenía nada que ver con lo que levantaron los técnicos de la USB, y este se había basado, a su vez, en la tradición y aspiraciones de los vecinos. Desde entonces, la queja de estos es la pretensión de "levantar una disneylandia" para el turismo en tierras que tienen vocación agrícola y que, según la Ley de Tierras, deben ser preservadas como tales, indica Pérez. 

Los activistas de la comunidad señalan que el primer inconveniente de la construcción del nuevo teleférico fue el incendio que se generó en marzo de este año, y que se mantuvo incontrolable por 17 días, que, según ellos, fue producido por el inadecuado desmontaje de las guayas del teleférico antiguo. El incendio solo fue controlado, señala Pérez, cuando los propios galipaneros le opusieron otro fuego, controlado, que le consumió el oxígeno y que hizo que ambos se apagaran. Esto, a pesar de la oposición de los bomberos forestales, que señalaban que era una solución ilógica; pero es ese tipo de conocimiento, afirma el vocero vecinal, el que se perdería si los galipaneros salen del territorio en el que han estado desde el siglo XVIII. 

"Nosotros somos los guardianes naturales de la montaña", indica. "No es cierto que le hagamos daño, ni con nuestra presencia, ni con nuestros cultivos. Si nos vamos, quienes vengan no tendrán estos conocimientos", señala Pérez. Por demás, indica, cuando se han ido familias galipaneras, el desarraigo hace estragos con ellas. "Se van a barrios, se desintegran", indica. "Muchos caen en drogas o en delincuencia". 

Díaz, quien siembra eucaliptos y flores en su terreno, aspira que sus nietos, que viven con él, mantengan la tradición. Esto, a pesar de que se le han presentado en el mismo jueces, guardias nacionales y otros funcionarios para obligarlo a que acepte la construcción de la torre aledaña a su vivienda. Pero cuando se le pregunta qué piensa hacer, responde, enfáticamente: "seguir viviendo aquí". 

@pedrogarciao

Hay quienes dicen que el encanto del grabado sobre la piel se mantiene, aunque haya arrugas, mientras que otros señalan que la idea original ya se desdibujó y que es hora de intervenir. Vea las siguientes fotos y saque sus propias conclusiones

¿Sobreviven los tatuajes al envejecer?

Hay quienes dicen que el encanto del grabado sobre la piel se mantiene, aunque haya arrugas, mientras que otros señalan que la idea original ya se desdibujó y que es hora de intervenir. Vea las siguientes fotos y saque sus propias conclusiones

por HERCILIA GARNICA  |  imagen: ARCHIVO | MARTES 3 DE NOVIEMBRE DE 2015

La controversia nunca se acabará. Algunos mantendrán su posición de defender los tatuajes, y otros criticarán el aspecto que adquieren los grabados cuando la piel ya no es tan lozana y la persona ya es un adulto mayor. Algunos dirán  que sus tatuajes se ven tan bien como cuando se los hicieron originalmente y otros que es hora de eliminarlos porque no se distingue el dibujo con el que soñaron en su juventud.

La polémica suele despertar pocos comentarios cuando se trata de un tatuaje pequeño, discreto, pero las reacciones cambian cuando la figura es enorme y casi que hay más tinta que piel y la persona ya se acerca a los 70 años.




¿Hay arrepentimiento? ¿O más bien rectificación? Ennio Barrón, del Instituto Latinoamericano de la Piel, dice que no todas las personas pueden someterse a un tatuaje. Existen circunstancias personales que pueden contraindicarlo, como las mujeres embarazadas y personas que presentan trastornos de la coagulación, padezcan de queloides (engrosamiento) en sus cicatrices, quienes sufren de vitíligo o psoriasis.

Tampoco recomienda la zona lumbar como lienzo para los tatuajes porque durante el parto pueden llegar a necesitar anestesia epidural y de hacerlo el pigmento arrastrado por la aguja puede depositarse en la médula espinal y acarrear problemas neurológicos graves, precisó.

El especialista explicó que los cambios en el cuerpo como el aumento o pérdida de peso, el embarazo, o el envejecimiento, pueden afectar la apariencia de los tatuajes. "La realización de un  tatuaje tendrá un impacto significativo a medida que cambie el cuerpo. En hombres la tinta en los brazos o abdomen suele alterarse significativamente por las variaciones de peso, mientras que en mujeres notarán más diferencias si los tatuajes son en las caderas, los muslos, los senos o el vientre".



De acuerdo con el dermatólogo  existen varias formas de eliminar los tatuajes que se alteren, pero la mayoría son poco efectivas y con probabilidad de dejar cicatrices deformantes. El método más efectivo y con menor probabilidad de producir cicatrices es el láser.

El láser penetra en la piel y destruye las partículas de color; de esta forma, la tinta se fragmenta y se va disolviendo. Para eliminar los tatuajes con esta técnica, son necesarias entre cuatro y seis sesiones (a veces más) con cuatro semanas de intervalo.

Los resultados obtenidos dependerán del color, extensión, localización y pigmentos del tatuaje. En algunos casos la eliminación es casi total, en otros se pueden fijar restos de color y en zonas como el escote o la espalda pueden aparecer cicatrices importantes.


domingo, 1 de noviembre de 2015

El progreso ha reprimido la expresión de los sentimientos, ha separado a los enfermos y a los agónicos, como una manera de ausentar o alejar los pensamientos sobre la muerte. De ello habla el breve e inquietante libro de Norbert Elias, publicado en 1985. Vamos a morir y estaremos solos. 30 años de “La soledad de los moribundos”

Vamos a morir y estaremos solos. 30 años de “La soledad de los moribundos”

Norbert Elias / Foto Italpress
Norbert Elias / Foto Italpress
El progreso ha reprimido la expresión de los sentimientos, ha separado a los enfermos y a los agónicos, como una manera de ausentar o alejar los pensamientos sobre la muerte. De ello habla el breve e inquietante libro de Norbert Elias, publicado en 1985

Una fantasía recurrente habita en las expectativas del hombre moderno respecto a su propia muerte: que esta ocurrirá indolora, silenciosa y suave, acostado en una cama confortable. Adheridos a esta fantasía, evitamos pensar en ese momento. Pero no siempre es posible refugiarse en la fantasía. En el fondo, intuimos que llegado el momento, abandonados a la partida, estaremos solos, en estado de soledad insuperable, mientras en alguna parte nuestros seres queridos, sobrecogidos por el dolor y la vergüenza, no atinarán cómo acercarse para expresar sus sentimientos de amor. No sabrán qué hacer ni qué decir.
Nuestra moderna parálisis frente al que muere, nuestra mudez y embarazo, oculta el profundo rechazo que sentimos los vivos y los sanos a identificarnos con los moribundos: ellos nos susurran el recuerdo de nuestra inevitable finitud, por lo que ayudados por los modernos hospitales, las morgues, las funerarias y los cementerios organizados, hemos separado a los seniles, a los enfermos y a los agónicos, como una manera de reprimir y ausentar cada vez en mayor medida, los pensamientos sobre la muerte.
Siempre hemos temido a la muerte. Mejor dicho: siempre hemos temido al conocimiento de que vamos a morir y no al acto mismo de morir. A lo largo de su vastísimo transcurrir el hombre se ha defendido produciendo una recurrente mitología de su final: hay un más allá, un cielo, un Paraíso, una promesa eterna, alguna forma de vida eterna, donde los hombres estaremos siempre reunidos. De hecho, el progreso ha sido, entre otras cosas, un notorio esfuerzo de incontables generaciones por alejar la muerte: los estados se han pacificado internamente (controlan el monopolio de la violencia física), la ciencia y la productividad organizada han disminuido las hambrunas, la medicina ha hecho espectaculares avances y no hay una sociedad que no conozca unas mínimas y comunes medidas higiénicas. Vivimos más seguros pero igualmente temerosos.
Quizás esto explica el que, en lo más profundo de nuestra modernidad, no haya podido ser desterrado aún el estigma de percibir la muerte como un castigo a las malas acciones, un castigo designado por un Dios, figura paterna exenta de pecados. Insólita paradoja entonces: tememos la muerte, la hemos alejado con las nociones que ha producido el esfuerzo por el progreso, vivimos más seguros, soñamos con una muerte lo más parecida a un indoloroso languidecer, pero la robustez de nuestra conciencia frente al derecho a la vida de los otros ha demostrado ser toda una falacia: ¿acaso el Holocausto, las dos grandes guerras del siglo XX, Hiroshima y Nagasaki, no bastan para demostrarlo?
La reflexión sobre la muerte, como parte de un tránsito biológico y social, está en la retaguardia de las preocupaciones de los pensadores ("espacio en blanco en nuestro mapa social", dice Elías Canetti). Este pequeño e intenso libro está promovido por una hermosa e inquietante proposición: si seremos capaces algún día de hacer más liviana la muerte a los moribundos, menos solitaria. Si seremos capaces de darles la mano o acariciarlos, si podremos dejar de comportarnos como si toda muerte fuera contagiosa, si podremos volver a tener una relación más familiar y cercana, con los que inevitablemente se apresuran a dejar la vida. Norbert Elias, el autor-médico, psicólogo y filósofo polaco nacido en 1897, que tuvo profesores como Jaspers, Husserl, Honingswald y Weber, no se hace ilusiones sobre la noción del temor a la muerte: siempre lo hemos tenido, siempre lo tendremos.
Sostiene Elias: De lo que se trata es de romper el silencio y compartir el desasosiego del que se va y de los que se quedan: que la muerte sea el último y perpetuado punto de reunión de un hombre, cualquiera que sea, que merece que le sea ratificado en su última hora, su vinculación y su presencia entre los que continuarán vivos.