Álvaro Uribe Vélez (nacido en Medellín; 4 de julio de 1952)
REVISTA SEMANA NACIÓN | 2002/05/26 00:00
Entrevista con Alvaro
Uribe Vélez
SEMANA: ¿Cuál es su primer recuerdo de la política?
Alvaro Uribe Vélez: Cuando mi mamá luchaba por el plebiscito de 1957 por los derechos políticos de la mujer.
SEMANA: ¿Se acuerda de alguna escena que lo haya marcado, especialmente cómo concebía ella la política?
A.U.V.: Para ella la política era un estado permanente de amor a la patria.
SEMANA: ¿Para usted chiquito qué era la política, cómo la percibía?
A.U.V.: Era la imagen que iba dejando, la huella que en la mente iban dejando esas experiencias. Yo personalmente entré a la política de manera muy prematura, antes del uso de razón, qué error, habría sido mejor más tarde.
SEMANA: ¿Por qué?
A.U.V.: Tema tan delicado como la política no se puede ejercer sin uso de razón.
SEMANA: ¿Por qué comenzó tan joven?
A.U.V.: Con esa inducción ya no pude salir de la política.
SEMANA: ¿Cuál es el recuerdo de infancia que usted siente que más le ha marcado su vida?
A.U.V.: Que la marcó no. Uno generalmente lo que hace es recordarlos de manera grata. Seguramente hay muchos eventos que marcaron pero uno que especialmente yo pueda decir ese fue, no.
SEMANA: ¿Qué le aplaudían sus padres y qué le criticaban?
A.U.V.: Mi mamá insistía mucho en la constancia, era un consejo permanente, la constancia vence lo que la dicha no alcanza y eso sí me marcó, me creó una preocupación permanente que es ser constante. Mi papá era un enemigo de la pereza, eso también me marcó. Me regañaban por muchas cosas en el proceso de la formación.
SEMANA: ¿Qué prácticas de sus padres usted no ha querido repetir con sus hijos?
A.U.V.: Mi padre era muy bravo, había que trabajar todas las vacaciones. Es bueno lograr que los hijos trabajen pero que se sientan en un ambiente de más cariño. Mi padre era más estricto y templado conmigo de lo que yo he sido con mis hijos.
SEMANA: Estuvimos en Medellín hablando con gente que lo conoce y decían que su papá era un sibarita, un gocetas que vivía rodeado de un montón de amigos y que usted era el contraste; no tomaba, era más bien austero, disciplinado, estudioso desde pequeño. ¿El tener personalidades disímiles le generó algún problema?
A.U.V.: No, porque mi papá rumbeaba hasta las 5 de la mañana y a las 6 empezaba a trabajar. Si yo rumbeara hasta las 5 de la mañana no trabajaría muy bien a partir de las 6. Entonces he tenido que ser más cuidadoso con esos horarios.
SEMANA: Otra cosa que nos pareció curioso, hablando con la gente que lo conoce, es que en la universidad, mientras todo el mundo era idealista y soñaba con la revolución y Mao y Lenin, usted estaba metido con las juventudes liberales y no entró al bloque independiente universitario. En esa época, ¿con qué ideales se identificaba usted? ¿Tenía algún sueño de una identidad nacional distinta?
A.U.V.: Yo estudié cuidadosamente el marxismo, el maoísmo, la revolución china y cubana, pero siempre me convenció más el Estado de derecho, el pluralismo. Había adherido las ideas liberales irracionalmente, pero en la universidad las confirmé, en la oposición. Mis padres eran liberales.
SEMANA: ¿Era un idealista o era más pragmático?
A.U.V.: También tuve un motivo de oposición al movimiento estudiantil. Yo lo consideraba muy anárquico, defendían la libertad de cátedra y finalmente la negaban, hablaban de la universidad científica y resultaba que era la universidad en anarquía. Entonces esas circunstancias me convirtieron en un opositor a las tendencias mayoritarias del movimiento estudiantil de la época.
SEMANA: Pero volvió a repetir una tendencia de su vida que es ser disidente.
A.U.V.: La verdad es que toda la vida he sido disidente.
SEMANA: Después no duró mucho con Bernardo Guerra, porque es imposible hacer política liberal en Antioquia sin estar bajo el ala de Guerra Serna.
A.U.V.: Más que por Guerra Serna, por el directorio liberal de Antioquia. Yo empecé a hacer política con Hernando Agudelo y Diego Calle. Y ellos hicieron la unión con el directorio liberal de Antioquia, que era presidido por el doctor Bernardo Guerra, entonces yo entré con ellos al directorio, pero eso duró poco y emprendí mi lucha como disidente con la fundación del sector democrático.
SEMANA: Y sin embargo no rompió con la esencia del partido, siguió siendo amigo de los dirigentes liberales.
A.U.V.: Yo era un disidente provinciano. Quería una disidencia liberal en Antioquia pero respetaba la organización nacional del partido.
SEMANA: Pero esa disidencia era porque era muy competitivo y no aguantaba tener un jefe político sino más bien querer ser la cabeza.
A.U.V.: Hubo las razones en ese momento. Sueño de un partido más democrático, entre otros, y con eso emprendí la tarea del sector democrático, así se llamaba.
SEMANA: ¿Qué recuerda como lo más emocionante en todos esos años de político, en el concejo, inclusive haciendo política para el Senado?
A.U.V.: Como concejal de Medellín fue emocionante cuando después de una lucha intensa contra la administración logré que se aprobara el proyecto de acuerdo de exención de industria y comercio en favor de las cooperativas.
SEMANA: Y en términos de la relación suya con el electorado, con los jefes políticos que trabajaban en su sector democrático.
A.U.V.: Con el electorado siempre fue emocionante porque, así como he hecho esta campaña, en el contacto con los electores promovimos mucho su participación en las formulaciones políticas que hacía. Por ejemplo, promovimos la "alcaldía excelencia": trabajo de fin de semana con los electores en todos los municipios, para hacer pedagogía sobre buen gobierno local. Y eso me emocionaba y me llenaba de ideales, me mostraba caminos diferentes de hacer política.
SEMANA: ¿Cómo termina acercándose a Ernesto Samper?
A.U.V.: Desde muy temprano. Yo lo conocí cuando éramos casi niños en los encuentros liberales de La Ceja de Hernando Agudelo Villa y desde ese entonces fuimos amigos.
SEMANA: Pero, políticamente ¿cuándo fue el acercamiento?
A.U.V.: Yo tengo el sector democrático en Antioquia, mientras que Ernesto ha emprendido el poder democrático a nivel nacional y yo lo apoyé. Pero nuestra vieja amistad venía de los encuentros liberales de La Ceja.
SEMANA: ¿Y qué veía usted en él?
A.U.V.: Un hombre muy inteligente y con profunda preocupación por el tema social.
SEMANA: ¿Fue un factor de tensión entre Samper, Botero y usted, que estaban trabajando en favor de la Ley 100, y el poder popular que no la veía con buenos ojos?
A.U.V.: La verdad es que yo tramité 17 leyes sociales en el Congreso. Algunas muy controvertidas como la Ley 100 y la 50, y en algún momento en el que el doctor Samper era candidato, hizo alguna referencia destemplada pero yo no dejé que eso fuera factor de tensión, yo lo manejé con la mayor prudencia posible.
SEMANA: ¿Usted siguió adelante sin importar que él no estuviera de acuerdo?
AUV :Sí, pero con toda prudencia. No entré ni a pelear ni a echar para atrás.
SEMANA: Muchas de las cosas que usted propone hoy para el país son casi idénticas a las que puso en práctica en Antioquia. ¿Qué ideas de gobierno descubrió en Oxford para nutrir su nuevo programa?
A.U.V.: Ese año de Oxford lo utilicé mucho para estudiar a América Latina, el fenómeno brasileño desde 1930 hasta el final de los gobiernos militares; el fenómeno mexicano especialmente desde el proceso de Porfirio Díaz, la revolución contra él y la desinstitucionalización de México que esto originó, hasta que nace el PRI. Me ha preocupado mucho hoy ver cómo en Colombia se juntan dos personas con un fusil y tienen poder y en eso se me ha parecido a México desde la revolución del porfiriato y el PRI. Estudié la revolución boliviana y la peruana, los procesos de nacionalización. Todo eso me hizo entender que la historia va y viene y que uno no puede ser fanático de una ideología pero tiene que comprometerse con un resultado social. La realidad colombiana ha sido muy deformada en el extranjero. Colombia ha tenido mucho liderazgo que por complacer la deformación extranjerizante ha incumplido el deber con el país. Mucha gente ha preferido quedar bien afuera así le toque abandonar la seguridad de los colombianos. Oxford me demostró que este país necesita liderazgo con autonomía, que si uno se compromete con un proyecto lo eche para adelante así llueva, truene o relampaguee en el extranjero.
SEMANA: Usted ha sido muy pilo y muy estudioso de todo lo que ha leído y ha estudiado, ¿cuáles son las ideas que más lo han impactado?
A.U.V.: Uno mientras más estudia, más siente que menos sabe. Los problemas son tan complejos que las ideas hay que irlas revisando y examinando todos los días. En esta campaña he estado pensando mucho en el concepto de orden del Libertador, tan necesario para las libertades y tan incomprendido en ciertos momentos. Me sé trozos largos de la carta de Bolívar al Congreso de Ocaña de 1828. He reflexionado mucho porque es el orden a través de un liderazgo como el de Bolívar y es ese mismo orden el que es el valor fundante de las libertades y tan incomprendido en tantos momentos.
SEMANA: En este país, sobre todo donde hay tanto miedo a la autoridad.
A.U.V.: No es que haya mucho miedo a la autoridad, lo que hay es mucha confusión porque ha habido una deformación de civilismo. Se ha creído que el civilismo es la negación de la autoridad y de la seguridad.
SEMANA: Retomando un poco el asunto más histórico, ¿por qué duró tan poco en la Alcaldía de Medellín?
A.U.V.: Era una Alcaldía por nombramiento. Alvaro Villegas era el gobernador y quería hacer ajustes, cambió la gerente de Empresas Públicas de Medellín. Yo había trabajado allí bajo la dirección de Diego Ocaña, siendo ese mi primer cargo, pero dentro de los cambios del gobernador se encontraba el de la gerencia de la EPM y yo amablemente dije que me iba.
SEMANA: Se presentó alguna disputa política, ¿tal vez por defender a Valencia Cossio?
A.U.V.: No. También estaba Ramiro Valencia de secretario de Educación y otras personas. Querían cambiarlo y yo no estaba de acuerdo.
SEMANA: La gente dice que usted daba batallas monumentales, inclusive después de La ley 50, en la campaña a la gobernación, los sindicatos armaban peleas contra usted por la Ley 50 y usted les pedía que expusieran sus argumentos y les contraargumentaba. E inclusive después de los atentados que le hicieron en San Francisco usted salía a la plaza pública y hablaba, con un control de sí mismo impresionante en situaciones superdifíciles, siendo absolutamente racional y reflexivo. Pero al mismo tiempo, conocía casos de momentos en los que usted se desencajaba. ¿Cómo conviven esas cosas juntas?
A.U.V.: He vivido toda la vida en el debate y he procurado ser muy firme con las tesis pero muy respetuoso con la opinión ajena. Ganar la gobernación de Antioquia fue muy difícil, tuve que asistir a muchos foros, enfrentar muchos debates, amanecer en emisoras con un micrófono abierto sin filtros, permitiendo que las personas dijeran cualquier cosa y respondiendo con toda tranquilidad. En el ejercicio contra los grupos violentos en la gobernación se hizo con toda firmeza pero también con reposo.
SEMANA: Por ejemplo, una entrevista que le hizo Bibiana Mercado en El Tiempo y la primera pregunta fue dura, usted se sale de las casillas cuando le pregunta por qué cree que los paramilitares tienen simpatía con su administración… Lo importante no es el contenido de la pregunta sino la paradoja de que frente a situaciones tan complejas se pueda mantener tan controlado…
A.U.V.: Recuerdo la escena. Ella se montó conmigo en el carro, era el final de la gobernación y yo llevaba tres años insistiendo y demostrando que la cooperación ciudadana que nosotros promovíamos con la fuerza pública no era paramilitar. Entonces llega una periodista de otra ciudad, que conocía rumores pero no conocía la realidad, a preguntarme eso. Yo creo que le contesté con respeto pero enfáticamente. Aún mantengo una amistad con ella,.
SEMANA: ¿Considera que realmente no se desencasilla?
A.U.V.: Desencasillarme no. Yo soy exigente y de pronto descolgador y hay decisiones que tomo convencido de que son las correctas sin preocuparme mucho por las consecuencias. Por ejemplo, al señor de Newsweek le dije no le contesto una pregunta más, usted vino a hacer fábulas conmigo y con mi familia, hasta luego amigo, váyase de aquí.
SEMANA: ¿No encuentra una paradoja en su temperamento?
A.U.V.: Uno tiene que vivir corrigiéndose y haciéndose autocrítica, pero hay que ser digno, uno no puede vivir de la apariencia.
SEMANA: ¿Es verdad que usted mató un caballo de un puño?
A.U.V.: No. Mi padre cogía un muleto de las orejas y lo dominaba totalmente, o tumbaba un caballo de un puño, yo no tengo tanta fuerza.
SEMANA: Hay un momento que quizás es uno de los más difíciles que ha vivido, y fue el atentado en Barranquilla. Hablamos con personas que estuvieron con usted y nos contaban sobre el temple y la tranquilidad en la reacción. ¿No se siente, a veces, sólo haciendo un sinsentido al exponerse a que lo maten sin saber si a alguien le va a importar?
A.U.V.: Si uno hace las cosas movido por profundos ideales esa angustia no aparece. En situaciones difíciles uno debe ponerse en plan de capitán de barco para controlarlas, de pronto yo me definiría hilando esta pregunta con la anterior. Soy consciente de que hay que tener total control del buen capitán de barco para enfrentar situaciones difíciles, pero con el chisme de mal gusto soy impaciente y me lo quito rapidito. Si uno está convencido de una cosa y lleva mucho tiempo y la profundiza, para que la distorsione el chismecito de mal gusto, me descuelgo rápido.
SEMANA: ¿En qué forma cree usted que la trágica muerte de su padre lo cambió?
A.U.V.: La muerte del papá cambia la vida en todo ser humano, en mi caso acabó con alguien con quien hablaba todos los días a las 6 de la mañana por teléfono, entonces cuando se muere el papá uno mismo lo tiene que reemplazar y eso es muy difícil.
SEMANA: Todos los que han trabajado con usted coinciden en una cosa, usted es muy estricto, gerencia cada detalle y no deja las cosas al azar. ¿Se identifica con esa descripción?
A.U.V.: Es posible que eso sea cierto porque las cosas hay que hacerlas, uno no puede vivir en la retórica. Hay que vivir los goles, el buen juego de un equipo de fútbol en el medio campo es agradable dos minutos, pero si no lo complementan con goles se convierte en un desgaste.
SEMANA: ¿Y qué desventajas puede tener eso?
A.U.V.: Que alguien se sienta sin margen, pero eso se corrige muy fácilmente. Que el que quiera margen sienta que está metiendo los goles en la dirección correcta, a ese se le abre margen.
SEMANA: ¿Es decir que usted delega si siente que a esa persona se le puede delegar?
A.U.V.: No. Yo siempre delego, lo que pasa es que evalúo y para tomar decisiones escucho, pero tomadas soy muy exigente para que se ejecuten. ¿Y ahí coincidieron los que me quieren y los que no me quieren?
SEMANA: ¿Se cree capaz de trabajar con gente muy destacada como Peñalosa, Fanny Kertzman, Hommes, en puestos de importancia?
A.U.V.: Claro. Cómo no. ¿Usted cree que yo solo habría sido capaz de pavimentar 500 kilómetros de carretera, o de crear 103.000 cupos escolares, o de meter a 20.000 personas al régimen subsidiado de salud? Yo creo que existe una percepción equivocada en eso.
SEMANA: ¿Quién de su equipo de la gobernación siente que se ha vuelto una persona destacada?
A.U.V.: Todos. Juan Moreno, tan eficiente como secretario de Gobierno; Andrés Uriel Gallego, secretario de Obras de Antioquia; Marta Lucía Villegas, secretaria de Educación; Oscar Darío Pérez, director del Idea; Rubén Darío Quintero, secretario privado, hoy senador. A mí me gusta trabajar con goleadores.
SEMANA: ¿Qué es lo que lo hizo sentir más orgulloso en la gobernación, cuál fue su golazo?
A.U.V.: Son tantas las dificultades de los ciudadanos que uno no se siente orgulloso. Los problemas son muchos y se resuelve un poquito de un problema pero queda bastante por resolver. Cuando uno va cumpliendo metas siente alivio de conciencia. Yo no diría orgullo, sino aliviado de conciencia. Lo único que me hace sentir bien es la satisfacción del deber cumplido. Hacer las cosas bien y es lo único que lo defiende a uno cuando los resultados no son buenos. Que las cosas se hagan con toda la buena fe y la dedicación.
SEMANA: Existe la idea de partir la empresa estatal de aguas del departamento de microempresas, que en otros casos han resultado muy exitosas, inclusive una se acaba de ganar una licitación pública en Buenaventura compitiendo con monstruos internacionales. ¿De dónde sacó una idea tan original?
A.U.V.: Esa idea surgió del examen que había hecho de la empresa departamental de acueducto que solamente servía de foco clientelista. Yo hablé con los municipios y les dije que, para no trasladar un clientelismo departamental a uno municipal, buscáramos empresas eficientes que manejaran los acueductos sin clientelismo. La idea surge del diálogo con la gente, mi gran escuela de gobierno ha sido el diálogo. De ahí salen las ideas.
SEMANA: Usted prometió que iba a ser el primer soldado y se metió a fondo con el tema de la seguridad de Antioquia. ¿Qué decisiones cree que lograron una acción más eficaz de la Fuerza Pública en Urabá?
A.U.V.: Una sola decisión no lo logra. Ese es un trabajo de todos los días. Yo creo que lo que más incidió fue mi decisión de administrar a diario el orden público. De empezar desde las 7 de la mañana con un consejo diario de seguridad y de administrarlo el día y la noche. Ese es un problema de perseverancia, no es un problema de relámpagos ni estruendos. Todos los días a las 7 de la mañana había en la gobernación una reunión de inteligencia y seguridad. Se reunían la Policía, el Ejército, a veces la Fiscalía, la Procuraduría, la Defensoría, sectores de la comunidad y el gobierno departamental. Todos los días se administraba el orden público y se pedían resultados.
SEMANA: Algunos generales entrevistados nos decían que en algún momento sentían que usted les invadía el terreno al pedir muchas explicaciones y emitir exigencias. ¿Recuerda algún choque de ese estilo?
A.U.V.: Acosé mucho en privado, aunque siempre los apoyé en público. Hubo un momento en que les dije con relación a un problema en un municipio, ‘General va o vamos’. Siempre con mucho cariño pero con firmeza. No les paré bolas a quienes me mandaban al diablo, el diablo ahí mismo volvía. No había respuesta militar alguna que me hiciera desistir de exigir resultados de orden público.
SEMANA: Doctor Uribe, mirando las cifras de violencia en Antioquia, sobre todo en Urabá, y que usted ha mostrado como uno de sus logros, los homicidios se duplicaron durante el período en que estuvo en la gobernación. Crecieron las incursiones guerrilleras y los hurtos a residencias. Los índices de seguridad se duplicaron y de alguna forma mucha gente en Antioquia coincidía en que su estrategia había fallado. Incluso la Iglesia, con la que tenía buenas relaciones, criticó la política de las Convivir. Gloria Cuartas se manifestó varias veces como alcaldesa de Apartadó diciendo que eso no estaba funcionando. Inclusive militares, como el coronel Velázquez, manifestaron sus dudas respecto a la política y sin embargo usted la mantuvo hasta el final y ahora la propone a nivel nacional. ¿Ve en retrospectiva que la estrategia falló?
A.U.V.: Lo que falló fue en no haberle dado continuidad. Cuando yo entregué la gobernación de Antioquia el secuestro descendió en un 60 por ciento.
SEMANA: Pero en las cifras de la Policía no aparece así.
A.U.V.: Lo que pasa es que el departamento no maneja cifras consolidadas de todos los municipios. Una parte de la Policía de Antioquia maneja una zonas del departamento, hay otra que maneja el Magdalena Medio, y otra los municipios antioqueños vecinos del Chocó. Y así es con el secuestro. En cuanto a Urabá, donde se presentan cifras impresionantes, tratábamos de manejar una tendencia que sólo logramos disminuir en el último año. Los últimos esfuerzos de mi gobierno se vienen a ver cuando éste ya ha concluido. Cuando yo era candidato a la gobernación la situación de Urabá no nos dejaba visitar la región, cuando terminé todos los candidatos que aspiraban a sucederme pudieron hacer política tranquilamente en ese sitio. Al principio en Urabá se presentaban masacres contra trabajadores y secuestros contra empresarios, cuando terminamos dejamos la región en paz laboral. Los empresarios regresaron.
SEMANA: ¿Desempeño algún papel durante su gobernación en la recomposición de la relación laboral en Urabá?
A.U.V.: Claro, ellos lo reconocen. Porque la política nuestra era de protección al sindicato y a los empresarios, por eso lo llamaba seguridad democrática y participé muy directamente en la parte laboral. Estuve tres días y tres noches, en alguna ocasión, en el Ministerio de Trabajo reunido con las partes ayudando a lograr acuerdos. Ahora Gloria Cuartas y el coronel Velázquez nunca estuvieron de acuerdo y siempre han buscado cómo deformar eso. Yo tuve muy poca relación con el coronel porque era segundo o tercero en la brigada y él aspiraba a ser comandante de ésta. Me llamaron para que intercediera para eso pero nunca lo hice en ningún nombramiento. Eso estaba a cargo del gobierno nacional y del Ministerio de Defensa autónomamente. En diciembre de 1997, durante mi último año de gobierno, todas las carreteras de Antioquia estuvieron transitables. El secuestro se cayó en un 60 por ciento. Yo recuerdo que tomé las cifras de la Policía de la época y el homicidio que venía creciendo mucho en 1993 y 1994, sigue creciendo en 1995 y 1996, pero decrece por primera vez en un 20 por ciento durante el 97. Además hay que tener en cuenta que estas políticas no dan resultados inmediatos. Lo grave de la política de seguridad de Antioquia es que no le dieron continuidad.
SEMANA: ¿Es decir que no considera que la política estuviera errada?
A.U.V.: Cómo iba a serlo una política de administración diaria de seguridad. Si hubiera sido errada hoy tendría un rechazo masivo de los antioqueños.
SEMANA: ¿Podría decir que Urabá pasó, en el período de su gobernación, de estar en manos de la guerrilla a manos de sus hombres de confianza? ¿Se consolidó el control paramilitar en Urabá al final de su período?
A.U.V.: No. Cuando yo llegué a la gobernación la guerrilla venía en guerra hacía 15 años. La verdad es que yo lo encontré muy consolidado cuando llegué a la gobernación, sobre todo en algunas regiones de Urabá. La guerrilla estaba en otras.
SEMANA: Pero en enero de 1995 Castaño sacó un comunicado diciendo que iba hacia el eje bananero. Parece extraño que siendo tan controlador de todos los detalles y estando tan encima de Urabá, y siendo tan evidente la presencia paramilitar en la zona, no se encuentren manifestaciones suyas en contra de eso. ¿Qué pasó? ¿Cómo explicar los fuertes vínculos con el Ejército y que a usted se le hubieran pasado?
A.U.V.: Manifestaciones sí hay. Hay una fuente equivocada. Quienes han defendido el predominio guerrillero en Urabá siempre se han dedicado a decir que lo que hubo allá fue una sustitución guerrillera por el paramilitarismo. Por ejemplo, yo me demoré para crear las Convivir en Urabá más de un año. Cuando llegué a la gobernación e hice la primera visita a esa región, monseñor Isaías Duarte denunció que la zona estaba llena de guerrilla y paramilitares. La creación de la comisión facilitadora de paz tomó un tiempo mientras el gobierno nacional aprobaba su creación. Su primer presidente fue monseñor. El y la alcaldesa de Apartadó me pidieron que no creara las Convivir y yo traté de buscar por todos los medios cómo dar tranquilidad sin hacerlo. Además me pidieron fomentar el diálogo regional porque la guerrilla en Urabá llevaba 10 años pidiéndolo. Inicialmente el presidente Samper y el ministro Serpa me dijeron que no estaban de acuerdo con el diálogo regional, porque se crearon espacios de convivencia entre las fuerzas políticas locales y los grupos armados. Yo les insistí y finalmente me autorizaron con la condición de que fueran supervisados por el gobierno nacional, reservándose para sí la facultad de negociación final. Cuando llegué a Urabá con la autorización, monseñor me dijo que las Farc ya no querían diálogos, que estaban tan desarticuladas que ya no había con quieén dialogar. Pasó más de un año e hice todos los esfuerzos. Allí avanzamos en educación, salud, vías y servicios públicos. Además implementé el programa de Harvard de negociación pacífica de conflictos. Con él entrenamos a 90.000 personas, haciendo énfasis en Urabá. Le dije a monseñor que me quedaban dos años en la gobernación y que no podía aguantar la situación entre guerrilla y paramilitares, así que iba a poner a todo mundo a colaborar con la Fuerza Pública y así nacieron las Convivir. Su compromiso era que la gente no se alineaba ni con la guerrilla ni con los paramilitares, la ciudadanía iba a apoyar a la Fuerza Pública.
SEMANA: Pero sin embargo posteriormente personas como Rito Alejo del Río fueron sacados del Ejército por presión de los norteamericanos por haber violado los derechos humanos en Urabá. La gente de la región decía que los paras estaban controlando la región. Es claro que el gobierno no tiene ninguna responsabilidad de que Castaño resuelva tomarse algún sitio…
A.U.V.: Claro que sí hay una responsabilidad histórica, y ha sido la debilidad de los gobiernos la que permitió que primero la guerrilla se apoderara de Urabá, y luego llegaran los paramilitares. Lo que explica en Colombia el fenómeno guerrillero y paramilitar es la debilidad histórica de los gobiernos, el desprecio por el tema de la seguridad.
SEMANA: ¿Le cabe a usted y a su equipo gobernante, en términos de responsabilidad política, algo de lo que ocurrió en esos años?
A.U.V.: ¿Usted se la asignaría a los que gobernaron antes en Antioquia?. Cuando yo llegué a la gobernación llevábamos casi 40 años de guerrilla y 15 de paramilitarismo. Yo llevo cerca de cuatro años y medio fuera de la gobernación y la tendencia se ha revertido, las carreteras estaban transitables y ahora no. ¿Quién ha sido el responsable de este crecimiento?. Lo que hizo mi gobierno en Antioquia fue, con escasos medios pero mucha responsabilidad política, hacer todos los esfuerzos para controlar el orden público. En mi gobierno hubo diligencia y buena fe. Asumir una responsabilidad frente a la cual Colombia ha pasado agachada.
SEMANA: ¿Para qué quiere ganar la guerra en Colombia?
A.U.V.: Yo no quiero ganar la guerra. Yo lo que quiero es que Colombia tenga una autoridad eficaz, que sea capaz de disuadir a los violentos. No se puede confundir la acción del Estado de derecho que es disuasiva de los violentos y que es de seguridad democrática de la ciudadanía, con la guerra. Lo que hay hoy en Colombia es una guerra derivada de la falta de eficacia del Estado de derecho.
SEMANA: ¿Cómo quiere usted que su gobierno sea recordado en Colombia?
A.U.V.: Un gobierno honesto, realizador, eficaz y dirigente, no milagroso.
SEMANA: ¿Tiene alguna visión de Colombia después de su gobierno?
A.U.V.: Nosotros para construir el programa de gobierno trabajamos con la participación popular en muchas regiones, y propusimos una fecha: el año 2010. Suficientemente lejana para que pudiéramos proponer metas ambiciosas y suficientemente cercana para que las personas que intervinieron tuvieran expectativa de ver los resultados y trabajaran mucho para lograr las metas. Las cuatro grandes preocupaciones que aparecieron fueron: seguridad, empleo, revolución educativa y lucha contra la corrupción y la politiquería. Si yo gano la Presidencia, el gobierno que habrá de terminar en el 2006 tendrá el afán de lograr avances positivos especialmente en esos cuatro temas.
SEMANA: Usted se centra en más educación y más seguridad. ¿No tiene un sueño similar al del Peñalosa, quien respondía que quería una ciudad donde los niños pudieran ser felices?
A.U.V.: Tiene que haber una ruptura con un Estado que es permisivo con la corrupción, que es gigante en clientelismo y politiquería, que es enano en lo social. Para lograr avanzar en todas esa metas se debe romper con muchos paradigmas.
SEMANA: Y eso hace parte de la seguridad, ¿o no doctor Uribe? Seguridad no es solamente un problema militar. Seguridad es un problema de todos los demás: de presencia de Estado, de construcción de instituciones.
A.U.V.: Claro. Por eso los 100 puntos resumen un programa que es un tratamiento integral al problema colombiano. Un tratamiento en lo político, con estrategias para erradicar la miseria, con ciertas herramientas para construir equidad. En cuanto a lo del general Del Río, por ejemplo, en Antioquia muchos generales trabajaron conmigo. En la Cuarta Brigada de Medellín hubo tres: el general Mora, el general Manosalva, que murió, y el general Ospina. En Urabá trabajaron el general Víctor Alvarez y luego el general Del Río. Trabajé con varios y con todos fue la misma relación. Además el manejo que hice en Urabá era público, todos los alcaldes eran invitados. A algunas reuniones fue Gloria Cuartas y a otras envió a su secretaria de Gobierno. La gran garantía de esa gestión es que fue pública, sin secretos. Mi conversación con los generales era siempre en reuniones abiertas, como fueron esos consejos de seguridad que generalmente todos los lunes realizábamos en Urabá. Una de las garantías que pueden tener los colombianos es que yo mantengo las cartas sobre la mesa.
SEMANA: Para terminar, ¿qué cree que es lo más importante que se va a dar, para defender el interés público sobre los intereses particulares?
A.U.V.: Por ejemplo, la privación de la libertad a los evasores del IVA. Eso lo necesita el país porque, de acuerdo con la Contraloría, la evasión del Impuesto de Valor Agregado supera hoy 2 puntos del PIB.
Alvaro Uribe Vélez: Cuando mi mamá luchaba por el plebiscito de 1957 por los derechos políticos de la mujer.
SEMANA: ¿Se acuerda de alguna escena que lo haya marcado, especialmente cómo concebía ella la política?
A.U.V.: Para ella la política era un estado permanente de amor a la patria.
SEMANA: ¿Para usted chiquito qué era la política, cómo la percibía?
A.U.V.: Era la imagen que iba dejando, la huella que en la mente iban dejando esas experiencias. Yo personalmente entré a la política de manera muy prematura, antes del uso de razón, qué error, habría sido mejor más tarde.
SEMANA: ¿Por qué?
A.U.V.: Tema tan delicado como la política no se puede ejercer sin uso de razón.
SEMANA: ¿Por qué comenzó tan joven?
A.U.V.: Con esa inducción ya no pude salir de la política.
SEMANA: ¿Cuál es el recuerdo de infancia que usted siente que más le ha marcado su vida?
A.U.V.: Que la marcó no. Uno generalmente lo que hace es recordarlos de manera grata. Seguramente hay muchos eventos que marcaron pero uno que especialmente yo pueda decir ese fue, no.
SEMANA: ¿Qué le aplaudían sus padres y qué le criticaban?
A.U.V.: Mi mamá insistía mucho en la constancia, era un consejo permanente, la constancia vence lo que la dicha no alcanza y eso sí me marcó, me creó una preocupación permanente que es ser constante. Mi papá era un enemigo de la pereza, eso también me marcó. Me regañaban por muchas cosas en el proceso de la formación.
SEMANA: ¿Qué prácticas de sus padres usted no ha querido repetir con sus hijos?
A.U.V.: Mi padre era muy bravo, había que trabajar todas las vacaciones. Es bueno lograr que los hijos trabajen pero que se sientan en un ambiente de más cariño. Mi padre era más estricto y templado conmigo de lo que yo he sido con mis hijos.
SEMANA: Estuvimos en Medellín hablando con gente que lo conoce y decían que su papá era un sibarita, un gocetas que vivía rodeado de un montón de amigos y que usted era el contraste; no tomaba, era más bien austero, disciplinado, estudioso desde pequeño. ¿El tener personalidades disímiles le generó algún problema?
A.U.V.: No, porque mi papá rumbeaba hasta las 5 de la mañana y a las 6 empezaba a trabajar. Si yo rumbeara hasta las 5 de la mañana no trabajaría muy bien a partir de las 6. Entonces he tenido que ser más cuidadoso con esos horarios.
SEMANA: Otra cosa que nos pareció curioso, hablando con la gente que lo conoce, es que en la universidad, mientras todo el mundo era idealista y soñaba con la revolución y Mao y Lenin, usted estaba metido con las juventudes liberales y no entró al bloque independiente universitario. En esa época, ¿con qué ideales se identificaba usted? ¿Tenía algún sueño de una identidad nacional distinta?
A.U.V.: Yo estudié cuidadosamente el marxismo, el maoísmo, la revolución china y cubana, pero siempre me convenció más el Estado de derecho, el pluralismo. Había adherido las ideas liberales irracionalmente, pero en la universidad las confirmé, en la oposición. Mis padres eran liberales.
SEMANA: ¿Era un idealista o era más pragmático?
A.U.V.: También tuve un motivo de oposición al movimiento estudiantil. Yo lo consideraba muy anárquico, defendían la libertad de cátedra y finalmente la negaban, hablaban de la universidad científica y resultaba que era la universidad en anarquía. Entonces esas circunstancias me convirtieron en un opositor a las tendencias mayoritarias del movimiento estudiantil de la época.
SEMANA: Pero volvió a repetir una tendencia de su vida que es ser disidente.
A.U.V.: La verdad es que toda la vida he sido disidente.
SEMANA: Después no duró mucho con Bernardo Guerra, porque es imposible hacer política liberal en Antioquia sin estar bajo el ala de Guerra Serna.
A.U.V.: Más que por Guerra Serna, por el directorio liberal de Antioquia. Yo empecé a hacer política con Hernando Agudelo y Diego Calle. Y ellos hicieron la unión con el directorio liberal de Antioquia, que era presidido por el doctor Bernardo Guerra, entonces yo entré con ellos al directorio, pero eso duró poco y emprendí mi lucha como disidente con la fundación del sector democrático.
SEMANA: Y sin embargo no rompió con la esencia del partido, siguió siendo amigo de los dirigentes liberales.
A.U.V.: Yo era un disidente provinciano. Quería una disidencia liberal en Antioquia pero respetaba la organización nacional del partido.
SEMANA: Pero esa disidencia era porque era muy competitivo y no aguantaba tener un jefe político sino más bien querer ser la cabeza.
A.U.V.: Hubo las razones en ese momento. Sueño de un partido más democrático, entre otros, y con eso emprendí la tarea del sector democrático, así se llamaba.
SEMANA: ¿Qué recuerda como lo más emocionante en todos esos años de político, en el concejo, inclusive haciendo política para el Senado?
A.U.V.: Como concejal de Medellín fue emocionante cuando después de una lucha intensa contra la administración logré que se aprobara el proyecto de acuerdo de exención de industria y comercio en favor de las cooperativas.
SEMANA: Y en términos de la relación suya con el electorado, con los jefes políticos que trabajaban en su sector democrático.
A.U.V.: Con el electorado siempre fue emocionante porque, así como he hecho esta campaña, en el contacto con los electores promovimos mucho su participación en las formulaciones políticas que hacía. Por ejemplo, promovimos la "alcaldía excelencia": trabajo de fin de semana con los electores en todos los municipios, para hacer pedagogía sobre buen gobierno local. Y eso me emocionaba y me llenaba de ideales, me mostraba caminos diferentes de hacer política.
SEMANA: ¿Cómo termina acercándose a Ernesto Samper?
A.U.V.: Desde muy temprano. Yo lo conocí cuando éramos casi niños en los encuentros liberales de La Ceja de Hernando Agudelo Villa y desde ese entonces fuimos amigos.
SEMANA: Pero, políticamente ¿cuándo fue el acercamiento?
A.U.V.: Yo tengo el sector democrático en Antioquia, mientras que Ernesto ha emprendido el poder democrático a nivel nacional y yo lo apoyé. Pero nuestra vieja amistad venía de los encuentros liberales de La Ceja.
SEMANA: ¿Y qué veía usted en él?
A.U.V.: Un hombre muy inteligente y con profunda preocupación por el tema social.
SEMANA: ¿Fue un factor de tensión entre Samper, Botero y usted, que estaban trabajando en favor de la Ley 100, y el poder popular que no la veía con buenos ojos?
A.U.V.: La verdad es que yo tramité 17 leyes sociales en el Congreso. Algunas muy controvertidas como la Ley 100 y la 50, y en algún momento en el que el doctor Samper era candidato, hizo alguna referencia destemplada pero yo no dejé que eso fuera factor de tensión, yo lo manejé con la mayor prudencia posible.
SEMANA: ¿Usted siguió adelante sin importar que él no estuviera de acuerdo?
AUV :Sí, pero con toda prudencia. No entré ni a pelear ni a echar para atrás.
SEMANA: Muchas de las cosas que usted propone hoy para el país son casi idénticas a las que puso en práctica en Antioquia. ¿Qué ideas de gobierno descubrió en Oxford para nutrir su nuevo programa?
A.U.V.: Ese año de Oxford lo utilicé mucho para estudiar a América Latina, el fenómeno brasileño desde 1930 hasta el final de los gobiernos militares; el fenómeno mexicano especialmente desde el proceso de Porfirio Díaz, la revolución contra él y la desinstitucionalización de México que esto originó, hasta que nace el PRI. Me ha preocupado mucho hoy ver cómo en Colombia se juntan dos personas con un fusil y tienen poder y en eso se me ha parecido a México desde la revolución del porfiriato y el PRI. Estudié la revolución boliviana y la peruana, los procesos de nacionalización. Todo eso me hizo entender que la historia va y viene y que uno no puede ser fanático de una ideología pero tiene que comprometerse con un resultado social. La realidad colombiana ha sido muy deformada en el extranjero. Colombia ha tenido mucho liderazgo que por complacer la deformación extranjerizante ha incumplido el deber con el país. Mucha gente ha preferido quedar bien afuera así le toque abandonar la seguridad de los colombianos. Oxford me demostró que este país necesita liderazgo con autonomía, que si uno se compromete con un proyecto lo eche para adelante así llueva, truene o relampaguee en el extranjero.
SEMANA: Usted ha sido muy pilo y muy estudioso de todo lo que ha leído y ha estudiado, ¿cuáles son las ideas que más lo han impactado?
A.U.V.: Uno mientras más estudia, más siente que menos sabe. Los problemas son tan complejos que las ideas hay que irlas revisando y examinando todos los días. En esta campaña he estado pensando mucho en el concepto de orden del Libertador, tan necesario para las libertades y tan incomprendido en ciertos momentos. Me sé trozos largos de la carta de Bolívar al Congreso de Ocaña de 1828. He reflexionado mucho porque es el orden a través de un liderazgo como el de Bolívar y es ese mismo orden el que es el valor fundante de las libertades y tan incomprendido en tantos momentos.
SEMANA: En este país, sobre todo donde hay tanto miedo a la autoridad.
A.U.V.: No es que haya mucho miedo a la autoridad, lo que hay es mucha confusión porque ha habido una deformación de civilismo. Se ha creído que el civilismo es la negación de la autoridad y de la seguridad.
SEMANA: Retomando un poco el asunto más histórico, ¿por qué duró tan poco en la Alcaldía de Medellín?
A.U.V.: Era una Alcaldía por nombramiento. Alvaro Villegas era el gobernador y quería hacer ajustes, cambió la gerente de Empresas Públicas de Medellín. Yo había trabajado allí bajo la dirección de Diego Ocaña, siendo ese mi primer cargo, pero dentro de los cambios del gobernador se encontraba el de la gerencia de la EPM y yo amablemente dije que me iba.
SEMANA: Se presentó alguna disputa política, ¿tal vez por defender a Valencia Cossio?
A.U.V.: No. También estaba Ramiro Valencia de secretario de Educación y otras personas. Querían cambiarlo y yo no estaba de acuerdo.
SEMANA: La gente dice que usted daba batallas monumentales, inclusive después de La ley 50, en la campaña a la gobernación, los sindicatos armaban peleas contra usted por la Ley 50 y usted les pedía que expusieran sus argumentos y les contraargumentaba. E inclusive después de los atentados que le hicieron en San Francisco usted salía a la plaza pública y hablaba, con un control de sí mismo impresionante en situaciones superdifíciles, siendo absolutamente racional y reflexivo. Pero al mismo tiempo, conocía casos de momentos en los que usted se desencajaba. ¿Cómo conviven esas cosas juntas?
A.U.V.: He vivido toda la vida en el debate y he procurado ser muy firme con las tesis pero muy respetuoso con la opinión ajena. Ganar la gobernación de Antioquia fue muy difícil, tuve que asistir a muchos foros, enfrentar muchos debates, amanecer en emisoras con un micrófono abierto sin filtros, permitiendo que las personas dijeran cualquier cosa y respondiendo con toda tranquilidad. En el ejercicio contra los grupos violentos en la gobernación se hizo con toda firmeza pero también con reposo.
SEMANA: Por ejemplo, una entrevista que le hizo Bibiana Mercado en El Tiempo y la primera pregunta fue dura, usted se sale de las casillas cuando le pregunta por qué cree que los paramilitares tienen simpatía con su administración… Lo importante no es el contenido de la pregunta sino la paradoja de que frente a situaciones tan complejas se pueda mantener tan controlado…
A.U.V.: Recuerdo la escena. Ella se montó conmigo en el carro, era el final de la gobernación y yo llevaba tres años insistiendo y demostrando que la cooperación ciudadana que nosotros promovíamos con la fuerza pública no era paramilitar. Entonces llega una periodista de otra ciudad, que conocía rumores pero no conocía la realidad, a preguntarme eso. Yo creo que le contesté con respeto pero enfáticamente. Aún mantengo una amistad con ella,.
SEMANA: ¿Considera que realmente no se desencasilla?
A.U.V.: Desencasillarme no. Yo soy exigente y de pronto descolgador y hay decisiones que tomo convencido de que son las correctas sin preocuparme mucho por las consecuencias. Por ejemplo, al señor de Newsweek le dije no le contesto una pregunta más, usted vino a hacer fábulas conmigo y con mi familia, hasta luego amigo, váyase de aquí.
SEMANA: ¿No encuentra una paradoja en su temperamento?
A.U.V.: Uno tiene que vivir corrigiéndose y haciéndose autocrítica, pero hay que ser digno, uno no puede vivir de la apariencia.
SEMANA: ¿Es verdad que usted mató un caballo de un puño?
A.U.V.: No. Mi padre cogía un muleto de las orejas y lo dominaba totalmente, o tumbaba un caballo de un puño, yo no tengo tanta fuerza.
SEMANA: Hay un momento que quizás es uno de los más difíciles que ha vivido, y fue el atentado en Barranquilla. Hablamos con personas que estuvieron con usted y nos contaban sobre el temple y la tranquilidad en la reacción. ¿No se siente, a veces, sólo haciendo un sinsentido al exponerse a que lo maten sin saber si a alguien le va a importar?
A.U.V.: Si uno hace las cosas movido por profundos ideales esa angustia no aparece. En situaciones difíciles uno debe ponerse en plan de capitán de barco para controlarlas, de pronto yo me definiría hilando esta pregunta con la anterior. Soy consciente de que hay que tener total control del buen capitán de barco para enfrentar situaciones difíciles, pero con el chisme de mal gusto soy impaciente y me lo quito rapidito. Si uno está convencido de una cosa y lleva mucho tiempo y la profundiza, para que la distorsione el chismecito de mal gusto, me descuelgo rápido.
SEMANA: ¿En qué forma cree usted que la trágica muerte de su padre lo cambió?
A.U.V.: La muerte del papá cambia la vida en todo ser humano, en mi caso acabó con alguien con quien hablaba todos los días a las 6 de la mañana por teléfono, entonces cuando se muere el papá uno mismo lo tiene que reemplazar y eso es muy difícil.
SEMANA: Todos los que han trabajado con usted coinciden en una cosa, usted es muy estricto, gerencia cada detalle y no deja las cosas al azar. ¿Se identifica con esa descripción?
A.U.V.: Es posible que eso sea cierto porque las cosas hay que hacerlas, uno no puede vivir en la retórica. Hay que vivir los goles, el buen juego de un equipo de fútbol en el medio campo es agradable dos minutos, pero si no lo complementan con goles se convierte en un desgaste.
SEMANA: ¿Y qué desventajas puede tener eso?
A.U.V.: Que alguien se sienta sin margen, pero eso se corrige muy fácilmente. Que el que quiera margen sienta que está metiendo los goles en la dirección correcta, a ese se le abre margen.
SEMANA: ¿Es decir que usted delega si siente que a esa persona se le puede delegar?
A.U.V.: No. Yo siempre delego, lo que pasa es que evalúo y para tomar decisiones escucho, pero tomadas soy muy exigente para que se ejecuten. ¿Y ahí coincidieron los que me quieren y los que no me quieren?
SEMANA: ¿Se cree capaz de trabajar con gente muy destacada como Peñalosa, Fanny Kertzman, Hommes, en puestos de importancia?
A.U.V.: Claro. Cómo no. ¿Usted cree que yo solo habría sido capaz de pavimentar 500 kilómetros de carretera, o de crear 103.000 cupos escolares, o de meter a 20.000 personas al régimen subsidiado de salud? Yo creo que existe una percepción equivocada en eso.
SEMANA: ¿Quién de su equipo de la gobernación siente que se ha vuelto una persona destacada?
A.U.V.: Todos. Juan Moreno, tan eficiente como secretario de Gobierno; Andrés Uriel Gallego, secretario de Obras de Antioquia; Marta Lucía Villegas, secretaria de Educación; Oscar Darío Pérez, director del Idea; Rubén Darío Quintero, secretario privado, hoy senador. A mí me gusta trabajar con goleadores.
SEMANA: ¿Qué es lo que lo hizo sentir más orgulloso en la gobernación, cuál fue su golazo?
A.U.V.: Son tantas las dificultades de los ciudadanos que uno no se siente orgulloso. Los problemas son muchos y se resuelve un poquito de un problema pero queda bastante por resolver. Cuando uno va cumpliendo metas siente alivio de conciencia. Yo no diría orgullo, sino aliviado de conciencia. Lo único que me hace sentir bien es la satisfacción del deber cumplido. Hacer las cosas bien y es lo único que lo defiende a uno cuando los resultados no son buenos. Que las cosas se hagan con toda la buena fe y la dedicación.
SEMANA: Existe la idea de partir la empresa estatal de aguas del departamento de microempresas, que en otros casos han resultado muy exitosas, inclusive una se acaba de ganar una licitación pública en Buenaventura compitiendo con monstruos internacionales. ¿De dónde sacó una idea tan original?
A.U.V.: Esa idea surgió del examen que había hecho de la empresa departamental de acueducto que solamente servía de foco clientelista. Yo hablé con los municipios y les dije que, para no trasladar un clientelismo departamental a uno municipal, buscáramos empresas eficientes que manejaran los acueductos sin clientelismo. La idea surge del diálogo con la gente, mi gran escuela de gobierno ha sido el diálogo. De ahí salen las ideas.
SEMANA: Usted prometió que iba a ser el primer soldado y se metió a fondo con el tema de la seguridad de Antioquia. ¿Qué decisiones cree que lograron una acción más eficaz de la Fuerza Pública en Urabá?
A.U.V.: Una sola decisión no lo logra. Ese es un trabajo de todos los días. Yo creo que lo que más incidió fue mi decisión de administrar a diario el orden público. De empezar desde las 7 de la mañana con un consejo diario de seguridad y de administrarlo el día y la noche. Ese es un problema de perseverancia, no es un problema de relámpagos ni estruendos. Todos los días a las 7 de la mañana había en la gobernación una reunión de inteligencia y seguridad. Se reunían la Policía, el Ejército, a veces la Fiscalía, la Procuraduría, la Defensoría, sectores de la comunidad y el gobierno departamental. Todos los días se administraba el orden público y se pedían resultados.
SEMANA: Algunos generales entrevistados nos decían que en algún momento sentían que usted les invadía el terreno al pedir muchas explicaciones y emitir exigencias. ¿Recuerda algún choque de ese estilo?
A.U.V.: Acosé mucho en privado, aunque siempre los apoyé en público. Hubo un momento en que les dije con relación a un problema en un municipio, ‘General va o vamos’. Siempre con mucho cariño pero con firmeza. No les paré bolas a quienes me mandaban al diablo, el diablo ahí mismo volvía. No había respuesta militar alguna que me hiciera desistir de exigir resultados de orden público.
SEMANA: Doctor Uribe, mirando las cifras de violencia en Antioquia, sobre todo en Urabá, y que usted ha mostrado como uno de sus logros, los homicidios se duplicaron durante el período en que estuvo en la gobernación. Crecieron las incursiones guerrilleras y los hurtos a residencias. Los índices de seguridad se duplicaron y de alguna forma mucha gente en Antioquia coincidía en que su estrategia había fallado. Incluso la Iglesia, con la que tenía buenas relaciones, criticó la política de las Convivir. Gloria Cuartas se manifestó varias veces como alcaldesa de Apartadó diciendo que eso no estaba funcionando. Inclusive militares, como el coronel Velázquez, manifestaron sus dudas respecto a la política y sin embargo usted la mantuvo hasta el final y ahora la propone a nivel nacional. ¿Ve en retrospectiva que la estrategia falló?
A.U.V.: Lo que falló fue en no haberle dado continuidad. Cuando yo entregué la gobernación de Antioquia el secuestro descendió en un 60 por ciento.
SEMANA: Pero en las cifras de la Policía no aparece así.
A.U.V.: Lo que pasa es que el departamento no maneja cifras consolidadas de todos los municipios. Una parte de la Policía de Antioquia maneja una zonas del departamento, hay otra que maneja el Magdalena Medio, y otra los municipios antioqueños vecinos del Chocó. Y así es con el secuestro. En cuanto a Urabá, donde se presentan cifras impresionantes, tratábamos de manejar una tendencia que sólo logramos disminuir en el último año. Los últimos esfuerzos de mi gobierno se vienen a ver cuando éste ya ha concluido. Cuando yo era candidato a la gobernación la situación de Urabá no nos dejaba visitar la región, cuando terminé todos los candidatos que aspiraban a sucederme pudieron hacer política tranquilamente en ese sitio. Al principio en Urabá se presentaban masacres contra trabajadores y secuestros contra empresarios, cuando terminamos dejamos la región en paz laboral. Los empresarios regresaron.
SEMANA: ¿Desempeño algún papel durante su gobernación en la recomposición de la relación laboral en Urabá?
A.U.V.: Claro, ellos lo reconocen. Porque la política nuestra era de protección al sindicato y a los empresarios, por eso lo llamaba seguridad democrática y participé muy directamente en la parte laboral. Estuve tres días y tres noches, en alguna ocasión, en el Ministerio de Trabajo reunido con las partes ayudando a lograr acuerdos. Ahora Gloria Cuartas y el coronel Velázquez nunca estuvieron de acuerdo y siempre han buscado cómo deformar eso. Yo tuve muy poca relación con el coronel porque era segundo o tercero en la brigada y él aspiraba a ser comandante de ésta. Me llamaron para que intercediera para eso pero nunca lo hice en ningún nombramiento. Eso estaba a cargo del gobierno nacional y del Ministerio de Defensa autónomamente. En diciembre de 1997, durante mi último año de gobierno, todas las carreteras de Antioquia estuvieron transitables. El secuestro se cayó en un 60 por ciento. Yo recuerdo que tomé las cifras de la Policía de la época y el homicidio que venía creciendo mucho en 1993 y 1994, sigue creciendo en 1995 y 1996, pero decrece por primera vez en un 20 por ciento durante el 97. Además hay que tener en cuenta que estas políticas no dan resultados inmediatos. Lo grave de la política de seguridad de Antioquia es que no le dieron continuidad.
SEMANA: ¿Es decir que no considera que la política estuviera errada?
A.U.V.: Cómo iba a serlo una política de administración diaria de seguridad. Si hubiera sido errada hoy tendría un rechazo masivo de los antioqueños.
SEMANA: ¿Podría decir que Urabá pasó, en el período de su gobernación, de estar en manos de la guerrilla a manos de sus hombres de confianza? ¿Se consolidó el control paramilitar en Urabá al final de su período?
A.U.V.: No. Cuando yo llegué a la gobernación la guerrilla venía en guerra hacía 15 años. La verdad es que yo lo encontré muy consolidado cuando llegué a la gobernación, sobre todo en algunas regiones de Urabá. La guerrilla estaba en otras.
SEMANA: Pero en enero de 1995 Castaño sacó un comunicado diciendo que iba hacia el eje bananero. Parece extraño que siendo tan controlador de todos los detalles y estando tan encima de Urabá, y siendo tan evidente la presencia paramilitar en la zona, no se encuentren manifestaciones suyas en contra de eso. ¿Qué pasó? ¿Cómo explicar los fuertes vínculos con el Ejército y que a usted se le hubieran pasado?
A.U.V.: Manifestaciones sí hay. Hay una fuente equivocada. Quienes han defendido el predominio guerrillero en Urabá siempre se han dedicado a decir que lo que hubo allá fue una sustitución guerrillera por el paramilitarismo. Por ejemplo, yo me demoré para crear las Convivir en Urabá más de un año. Cuando llegué a la gobernación e hice la primera visita a esa región, monseñor Isaías Duarte denunció que la zona estaba llena de guerrilla y paramilitares. La creación de la comisión facilitadora de paz tomó un tiempo mientras el gobierno nacional aprobaba su creación. Su primer presidente fue monseñor. El y la alcaldesa de Apartadó me pidieron que no creara las Convivir y yo traté de buscar por todos los medios cómo dar tranquilidad sin hacerlo. Además me pidieron fomentar el diálogo regional porque la guerrilla en Urabá llevaba 10 años pidiéndolo. Inicialmente el presidente Samper y el ministro Serpa me dijeron que no estaban de acuerdo con el diálogo regional, porque se crearon espacios de convivencia entre las fuerzas políticas locales y los grupos armados. Yo les insistí y finalmente me autorizaron con la condición de que fueran supervisados por el gobierno nacional, reservándose para sí la facultad de negociación final. Cuando llegué a Urabá con la autorización, monseñor me dijo que las Farc ya no querían diálogos, que estaban tan desarticuladas que ya no había con quieén dialogar. Pasó más de un año e hice todos los esfuerzos. Allí avanzamos en educación, salud, vías y servicios públicos. Además implementé el programa de Harvard de negociación pacífica de conflictos. Con él entrenamos a 90.000 personas, haciendo énfasis en Urabá. Le dije a monseñor que me quedaban dos años en la gobernación y que no podía aguantar la situación entre guerrilla y paramilitares, así que iba a poner a todo mundo a colaborar con la Fuerza Pública y así nacieron las Convivir. Su compromiso era que la gente no se alineaba ni con la guerrilla ni con los paramilitares, la ciudadanía iba a apoyar a la Fuerza Pública.
SEMANA: Pero sin embargo posteriormente personas como Rito Alejo del Río fueron sacados del Ejército por presión de los norteamericanos por haber violado los derechos humanos en Urabá. La gente de la región decía que los paras estaban controlando la región. Es claro que el gobierno no tiene ninguna responsabilidad de que Castaño resuelva tomarse algún sitio…
A.U.V.: Claro que sí hay una responsabilidad histórica, y ha sido la debilidad de los gobiernos la que permitió que primero la guerrilla se apoderara de Urabá, y luego llegaran los paramilitares. Lo que explica en Colombia el fenómeno guerrillero y paramilitar es la debilidad histórica de los gobiernos, el desprecio por el tema de la seguridad.
SEMANA: ¿Le cabe a usted y a su equipo gobernante, en términos de responsabilidad política, algo de lo que ocurrió en esos años?
A.U.V.: ¿Usted se la asignaría a los que gobernaron antes en Antioquia?. Cuando yo llegué a la gobernación llevábamos casi 40 años de guerrilla y 15 de paramilitarismo. Yo llevo cerca de cuatro años y medio fuera de la gobernación y la tendencia se ha revertido, las carreteras estaban transitables y ahora no. ¿Quién ha sido el responsable de este crecimiento?. Lo que hizo mi gobierno en Antioquia fue, con escasos medios pero mucha responsabilidad política, hacer todos los esfuerzos para controlar el orden público. En mi gobierno hubo diligencia y buena fe. Asumir una responsabilidad frente a la cual Colombia ha pasado agachada.
SEMANA: ¿Para qué quiere ganar la guerra en Colombia?
A.U.V.: Yo no quiero ganar la guerra. Yo lo que quiero es que Colombia tenga una autoridad eficaz, que sea capaz de disuadir a los violentos. No se puede confundir la acción del Estado de derecho que es disuasiva de los violentos y que es de seguridad democrática de la ciudadanía, con la guerra. Lo que hay hoy en Colombia es una guerra derivada de la falta de eficacia del Estado de derecho.
SEMANA: ¿Cómo quiere usted que su gobierno sea recordado en Colombia?
A.U.V.: Un gobierno honesto, realizador, eficaz y dirigente, no milagroso.
SEMANA: ¿Tiene alguna visión de Colombia después de su gobierno?
A.U.V.: Nosotros para construir el programa de gobierno trabajamos con la participación popular en muchas regiones, y propusimos una fecha: el año 2010. Suficientemente lejana para que pudiéramos proponer metas ambiciosas y suficientemente cercana para que las personas que intervinieron tuvieran expectativa de ver los resultados y trabajaran mucho para lograr las metas. Las cuatro grandes preocupaciones que aparecieron fueron: seguridad, empleo, revolución educativa y lucha contra la corrupción y la politiquería. Si yo gano la Presidencia, el gobierno que habrá de terminar en el 2006 tendrá el afán de lograr avances positivos especialmente en esos cuatro temas.
SEMANA: Usted se centra en más educación y más seguridad. ¿No tiene un sueño similar al del Peñalosa, quien respondía que quería una ciudad donde los niños pudieran ser felices?
A.U.V.: Tiene que haber una ruptura con un Estado que es permisivo con la corrupción, que es gigante en clientelismo y politiquería, que es enano en lo social. Para lograr avanzar en todas esa metas se debe romper con muchos paradigmas.
SEMANA: Y eso hace parte de la seguridad, ¿o no doctor Uribe? Seguridad no es solamente un problema militar. Seguridad es un problema de todos los demás: de presencia de Estado, de construcción de instituciones.
A.U.V.: Claro. Por eso los 100 puntos resumen un programa que es un tratamiento integral al problema colombiano. Un tratamiento en lo político, con estrategias para erradicar la miseria, con ciertas herramientas para construir equidad. En cuanto a lo del general Del Río, por ejemplo, en Antioquia muchos generales trabajaron conmigo. En la Cuarta Brigada de Medellín hubo tres: el general Mora, el general Manosalva, que murió, y el general Ospina. En Urabá trabajaron el general Víctor Alvarez y luego el general Del Río. Trabajé con varios y con todos fue la misma relación. Además el manejo que hice en Urabá era público, todos los alcaldes eran invitados. A algunas reuniones fue Gloria Cuartas y a otras envió a su secretaria de Gobierno. La gran garantía de esa gestión es que fue pública, sin secretos. Mi conversación con los generales era siempre en reuniones abiertas, como fueron esos consejos de seguridad que generalmente todos los lunes realizábamos en Urabá. Una de las garantías que pueden tener los colombianos es que yo mantengo las cartas sobre la mesa.
SEMANA: Para terminar, ¿qué cree que es lo más importante que se va a dar, para defender el interés público sobre los intereses particulares?
A.U.V.: Por ejemplo, la privación de la libertad a los evasores del IVA. Eso lo necesita el país porque, de acuerdo con la Contraloría, la evasión del Impuesto de Valor Agregado supera hoy 2 puntos del PIB.
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