Salud: Navidad sin los hijos
Poner el arbolito sin ayuda o no poder abrazar a los hijos al recibir el año es una situación sensible para muchas familias en estas fechas. ¿Qué se puede hacer para hacer más llevadera esa ausencia? La psicóloga familiar Grecia Gómez ofrece estas recomendaciones:
Seguir las tradiciones. “Lo primero que uno suele ver es que los padres sienten que no vale la pena montar la Navidad o hacer las hallacas en la casa este año, pues si los hijos o los nietos no están, ¿para qué? No obstante, uno les recomienda que, así viva uno solo o sean dos personas en la misma casa, esos rituales se mantengan. Podemos pedir ayuda, hacerlo poco a poco o reunirnos con otras personas. Eso nos ayuda a asimilar la situación y nos transmite a nosotros mismos y a nuestros hijos un mensaje de continuidad: de que aunque ellos no estén, podemos seguir funcionando. Más allá de que el hijo que se fue era el que ponía las luces del arbolito o limpiaba las hojas, lo que estamos haciendo es buscar nuestro lugar en esta nueva situación y asimilar que nuestra vida sigue”. Si se trata de un matrimonio en el que uno no tiene ánimos de hacer nada y el otro desea socializar, se puede negociar para complacer a cada uno en las dos fechas importantes, el 24 y el 31.
Usar el videochat. Aprovechar la tecnología es una buena manera de mantener el contacto familiar. “Ese 24 o ese 31 uno puede conectarse con ellos para incluirlos un rato en los momentos más importantes de acuerdo con la hora de cada uno”, sugiere Gómez. Aunque hay quien asegura sentirse más vulnerable después de videochatear, suelen ser más las ventajas, explica. “Igual queda a discreción de cada quien. Hay papás que prefieren no conectarse y verlos en video porque creen que se van a poner sensibles y no quieren que sus hijos los vean llorando, pero después se arrepienten y se sienten peor por no haber aprovechado esa oportunidad. No importa si nos emocionamos en ese momento. Conmoverse es normal y esa conexión emocional es valiosa. Si no tenemos los aparatos necesarios para conectarnos o no sabemos cómo se hace, podemos pedir ayuda”.
No reprimir las emociones. Hay padres que evitan decirles a los hijos que los extrañan o que desearían que estuviesen aquí, para que estos últimos no se sientan culpables. “En realidad todo lo que implica expresar nuestras emociones es sano, tanto para nosotros como para ellos. Peor es reprimir o negar continuamente, porque después somatizamos eso de otras formas”, indica la experta. “La primera Navidad es la más fuerte y es normal que tengamos emociones encontradas, que nos den ganas de llorar o que nos cueste enfrentar ciertos rituales. Aceptar eso y tratar de hacer un esfuerzo para sobreponerse siempre es mejor que aislarse y no hacer o decir nada”.
Propiciar la esperanza. Uno de los elementos que más ayuda a sobrellevar la distancia es que padres e hijos tengan un plan con fecha concreta para poder reencontrarse, así no sea en estas fiestas. “Cuando el proyecto está planteado, ese vacío se convierte en algo secundario porque se asume que tiene un propósito: estoy ahorrando para poder ver a mis hijos pronto, o los de aquí y los de allá están trabajando para ayudarme a pagar el pasaje y que yo pueda pasar la Navidad con ellos el año que viene”. La certeza de volverse a ver le resta peso a esa ausencia inmediata.
¿Cuándo buscar ayuda?
Si bien estas fiestas suelen ser una época sensible cuando quizás provoque no hacer nada –sobre todo si los hijos acaban de emigrar–, es importante que esa persona pueda ir reponiéndose con el paso de los días. Si entrado el nuevo año sigue muy desanimada o está muy irritable, no tiene ganas o energías para desenvolverse normalmente, pierde el apetito, descuida su aseo o come, bebe o duerme en exceso, es importante que busque ayuda profesional para evitar que se instaure un cuadro depresivo.
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