Imágenes con memoria
La diáspora también sirve de inspiración y la autora venezolana Angélica Alvaray la aprovecha en “He venido a recoger tu imagen” para ofrecer un relato que se pasea por la historia contemporánea
Las óperas primas siempre traen sorpresas. El lector no sabe qué se encontrará, pero da su voto de confianza y He venido a recoger tu imagen es una de ellas. Podría generar sentimientos encontrados, pero quizás no le defraude.
Escrita por la caraqueña Angélica Alvaray tiene su toque autóctono de “caraqueñidad” con muchos guiños para quien conoce la otrora cosmopolita capital –hoy venida a menos, hay que decirlo–. Cuánto de sí misma hay en el relato no se llega a vislumbrar, pero cualquier coterráneo le compra a la autora la complicidad del saberse en el mismo patio.
La historia atrapa desde el principio. Una mujer que recoge precipitadamente en una maletica tres o cuatro cosas y viaja a Caracas desde Nueva York, donde trabaja, porque su madre está desaparecida. La intriga de qué pasará, de por qué su resistencia a volver del autoexilio, un posible reencuentro engancha al lector desde la primera página. Pronto se entera de que la dama es periodista y eso tiene una cierta garantía de vida interesante –si el periodista es interesante, claro–. Desapariciones, angustia, exilio, guerrilla, clandestinidad son ingredientes que enganchan en cualquier trama.
Ya enredados en ella, es difícil zafarse. Sin embargo, un lector avezado empezará a notar que los diálogos pudieron ser más precisos, y a veces son innecesarios, groserías que suenan forzadas, descripciones y hasta capítulos prescindibles, personajes flojos y algunas de las “puestas en escena” en el presente tienen un dejo a guion de telenovela venezolana, pero después de su época de oro. Mejor logrados son los capítulos donde la protagonista niña conversa con su abuela. Las rupturas temporales resultan interesantes, sin embargo llegan a cansar.
La novela promete, aunque pudo haber ido al grano con más anticipación: las historias importantes se entienden pasada la mitad del libro, lo que puede hacer que más de uno, en su legítimo derecho de lector –como propone el escritor francés Daniel Pennac–, abandone la lectura.
Pero se llega al final de una ópera prima enmarcada en la historia contemporánea de Venezuela, que hará refrescar la memoria de las luchas políticas en el país. La novela denota un esfuerzo desde la ficción por hilar lo vivido y sufrido por tantos venezolanos, haciendo un contrapunto entre la década de los sesenta y el comienzo del nuevo siglo.
Alvaray, ingeniero y escritora, explica que la pérdida de la memoria puede ser una enfermedad social: “Un país sin memoria se repite a sí mismo, cae en los mismos errores y, como Sísifo, tiene que volver a empujar hacia arriba la misma roca, hacer la misma tarea una y otra vez”. He venido a recoger tu imagen ayudará a algunos a recordar y a otros más jóvenes a indagar sobre un pasado muchas veces ignorado y perversamente tergiversado.
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