Por qué se debe mirar más allá de las cualificaciones en el aprendizaje de las personas mayores
15/01/2015
La política sobre educación de personas adultas en los Estados miembros de la Unión Europea no debe dedicarse únicamente a ayudar a los mayores a trabajar por más tiempo, sino también a mejorar su bienestar
Vivimos en una sociedad sumida en un proceso de envejecimiento. A causa de la longevidad (cada vez mayor), la baja natalidad y el envejecimiento de la generación del «baby boom» [la nacida en los países anglosajones después de la II Guerra Mundial, periodo caracterizado por una explosión de natalidad], la UE se enfrenta a un gran cambio demográfico a medida que la gente mayor representa una porción cada vez más amplia de la población. En 2013, el 18 %de los europeos tenían 65 años de edad o más (más de 92 millones de personas), y se prevé que ese grupo poblacional aumentará hasta suponer el 30 % de aquí al año 2060. El envejecimiento activo es un concepto esencial de cara a afrontar este cambio demográfico. En la UE, se ha promovido principalmente facilitando el que las personas mayores trabajen por más tiempo. No es de extrañar, puesto que la UE se ha fijado, dentro de su estrategia Europa 2020, el objetivo de contar con una tasa de empleo del 75 % de la población en edad de trabajar, al tiempo que se anticipa una disminución de la fuerza laboral en entre 1 y 1,5 millones de trabajadores al año durante los próximos 30 años.
Puesto que se prevé que los jubilados sean tan numerosos como los menores de quince años de edad, es indudable que el envejecimiento activo debe enfocarse de forma más general, también, a mantener el bienestar de los individuos a medida que envejecen. En este contexto, es esencial proporcionar las oportunidades y el apoyo necesarios para que los mayores no dejen de aprender. Se trata también de una intervención notoriamente barata y rentable.
Y eficaz, a la luz de la base empírica existente, cada vez más amplia. Según unestudio del Departamento de Negocios, Innovación y Habilidades del Reino Unido (BIS), los tipos de aprendizaje no profesional y relativamente informal (como los grupos de música y arte y las clases en horario nocturno) llevan asociado un incremento del bienestar, a diferencia de los cursos de educación y formación más formales y de cualificación profesional. Este estudio, que empleó datos procedentes la ELSA (Encuesta Longitudinal sobre Envejecimiento inglesa, que es una encuesta a gran escala y representativa a nivel nacional entre adultos de edad avanzada), se centró en personas de más de cincuenta y sesenta años y vinculó cierta medida de su bienestar con su participación en varios tipos de aprendizaje. Se antoja probable que los cursos profesionales solo aporten beneficios a largo plazo, y únicamente si conducen a una promoción o a un trabajo más satisfactorio. En cambio, se considera más probable que la participación en actividades de aprendizaje no vocacional se deba al disfrute intrínseco que proporcionan o, quizás, por las oportunidades de salir y socializarse que ofrecen.
Además, aparentemente, el enfoque en subvencionar aquellos cursos que favorecen la empleabilidad ha traído consigo una menor financiación de cursillos u otras clases de aprendizaje no acreditado. Esta tendencia se ha apreciado con claridad en el Reino Unido, por ejemplo, donde la tasa de participación de todos los grupos en educación de personas adultas disminuye en los últimos años. En cambio, en otros países de la UE se han observado aumentos relativos de la tasa de participación en educación y formación en el colectivo de 55 a 64 años de edad (según cifras extraídas de la encuesta de educación de personas adultas).
Un ejemplo de ello es Alemania. Aquí el incremento es parcialmente atribuible al vínculo entre la educación de personas adultas y el voluntariado gracias a la implantación de un «Servicio de voluntariado para todas las generaciones». El propósito consiste en asentar un servicio gratuito de forma gradual en todo el país, en estrecha cooperación con los estados federales, las autoridades municipales y diversas asociaciones. Lo más destacable es que los voluntarios pueden optar a recibir más educación si dedican al voluntariado cierta cantidad mínima de tiempo. Para los mayores, este programa ofrece nuevas oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida, facilita su transición de la vida laboral a la jubilación, les permite formar y ampliar sus redes sociales y promueve una involucración intergeneracional. Además, ha sido eficaz, habiendo un incremento relativo de personas mayores que ahora no solo hacen voluntariado sino también participan más en actividades de aprendizaje.
¿Quién puede aportar otros ejemplos de políticas sobre educación de personas adultas que hayan ayudado a personas mayores a acceder a nuevas oportunidades de aprendizaje, y que no se han diseñado expresamente para incrementar su empleabilidad? Quizás éste no sea siquiera un objetivo deseable ni factible, ¿qué opinan?
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Aaron Rajania es consultor sénior de investigación en Ecorys UK. Sus áreas de trabajo son las políticas de educación y empleo y su labor investigadora. En concreto, investiga sistemas de formación para docentes, vías de aprendizaje, marcos para el control de la calidad y el desarrollo de las competencias en el entorno laboral. Ha residido y trabajado en varios países de Europa, entre ellos Bélgica, Alemania, Hungría y Reino Unido.
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