Genes centenarios, ¡retractados!
Que el envejecimiento es un proceso con una base genética (y heredable, por tanto) es un hecho que reconoce incluso la sabiduría popular. La experiencia nos dice que existen casos de familias por las que corren genes que protegen a sus miembros (y miembras) de los rigores del paso del tiempo de manera más eficiente que al resto de los mortales. Esto ha llevado a numerosos grupos de investigación a tratar de estudiar en detalle qué caracteriza a esos ancianos de extremada longevidad, en la esperanza de que la identificación de esos factores diferenciales nos desvele el secreto de la fuente de la eterna juventud.
Se han desarrollado diversos esfuerzos en este sentido y uno de los abordajes experimentales que en la actualidad gozan de mayor aceptación es el de los ensayos GWAS, o “estudios de asociación del genoma completo”. Ya contamos aquí de qué se tratan, pero básicamente recordar que intentan encontrar SNPs que combinados nos permitan predecir la probabilidad de llegar a centenario. Los SNPs son variantes normalmente de un solo nucleótido que, al menos, se encuentran en un 1% de la población. Es decir, que dentro de la secuencia del genoma de los humanos existen ligeras variaciones en algunas de las letrasque forman el texto completo de la información genética. Estas variaciones pueden ser indicativas de una distinta funcionalidad de los genes que forman un genoma y, por tanto, identificar estas variantes es de gran interés.
Sin embargo, este tipo de experimentación es muy compleja y está condicionada de manera determinante por el tamaño de muestra que debe usarse para poder alcanzar significancia estadística. Al tratarse de estudios poblacionales, la inclusión en el proyecto de un número suficiente de individuos es fundamental. Evidentemente, cuando hablamos del estudio de centenarios, estamos haciendo referencia a un grupo de personas muy reducido y este hecho limita el poder de los estudios GWAS.
Otra limitación es de tipo técnico. En los últimos años se ha avanzado de manera espectacular en la posibilidad de tener “chips”, o micromatrices, en las que imprimir pequeñas moléculas de ADN que representan cada uno de los .
Utilizando este tipo de armamento experimental, el año pasado apareció un artículo en la revista Science que comentamos aquí y que aseguraba haber sido capaz de identificar hasta 150 marcas genéticas que permitían predecir la longevidad extrema. Los resultados de este artículo suscitaron una enorme atención de la opinión pública, con artículos en periódicos y comentarios en radios y televisiones de medio mundo, dado lo llamativo de las implicaciones de este estudio, con polémicas incluidas a costa de la supuesta posibilidad de desarrollar tests que nos permitiesen predecir quiénes de entre nosotros vivirán hasta soplar 100 velas en la tarta.
Sin embargo, el estudio fue acogido con escepticismo entre la comunidad científica, cuando no directamente con rechazo. Inmediatamente se sucedieron las críticas al abordaje experimental empleado y a las conclusiones derivadas del estudio. Los autores respondieron de manera adecuada y plantearon una revisión a fondo de sus experimentos e hicieron público su compromiso de dar a conocer de manera inmediata sus nuevas conclusiones en la misma revista.
El estudio se publicó en Julio del año pasado, 2010, y su primera previsión fue que a finales de año tendrían listas sus conclusiones. Sin embargo, no fue hasta ahora, Julio del 2011, un año después, cuando ha aparecido finalmente el comunicado de los autores de este trabajo con sus conclusiones. El estudio, liderado por Paola Sebastiani y Thomas Perls de la Universidad de Boston, ha sido retractado por los autores en un comunicado en la misma revista, alegando “fallos técnicos” en su estudio. Al mismo tiempo, los autores mantienen que las conclusiones fundamentales del estudio siguen siendo válidas, pero que el reanálisis detallado de los experimentos les lleva a concluir cosas distintas que serán dadas a conocer en breve con una nueva publicación científica.
Mientras tanto, y a la espera de los detalles de esa nueva publicación, podemos decir que el envejecimiento está modulado de manera genética, pero aún desconocemos la base de esa influencia de los genes sobre el proceso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario