Este viernes, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, el papa Francisco en la homilía de su misa diaria en la Domus Santa Marta, indicó que Dios necesita que el hombre se haga pequeño para poder comunicarle su amor.
Porque Dios no espera pero da, no habla sino actúa. El Santo Padre habla del ‘corazón’ de Jesús, celebrado en la liturgia. Dios, dijo, “nos da la gracia, la alegría de celebrar en el corazón de su Hijo las grandes obras de su amor. Se puede decir que hoy es la fiesta del amor de Dios en Jesucristo, del amor de Dios por nosotros”.
“Hay dos aspectos del amor. Primero, el amor está más en el dar que en el recibir. El segundo: el amor está más en las obras que en las palabras. Cuando decimos que está más en el dar que en el recibir, es porque el amor se comunica: siempre comunica. Y es recibido por el amado. Y cuando decimos que está más en las obras que en las palabras, es porque el amor siempre da la vida, hace crecer”.
Para entender el amor de Dios, el hombre tiene que buscar una dimensión inversamente proporcional a la inmensidad: es la pequeñez, “la pequeñez del corazón”.
Moisés, ha indicado el Papa, le explica al pueblo judío que fueron elegidos por Dios porque eran ‘el más pequeño de todos los pueblos’. Y Jesús en el evangelio alaba al Padre porque “ha escondido las cosas divinas a los doctos y las ha revelado a los pequeños”. O sea que Dios busca al hombre, con “una relación papá-niño” y lo acaricia y le dice: “Yo estoy contigo”.
“Esta es la ternura del Señor, en su amor; Él nos comunica esto, y nos da la fuerza de su ternura. Pero si nos sentimos fuertes, nunca tendremos la experiencia de la caricia del Señor, las caricias tan bellas del Señor… tan bellas.
“No temas, yo estoy contigo y te tomo de la mano…”. Son palabras del Señor que nos hacen sentir aquel misterioso amor que Él tiene por nosotros. Y cuando Jesús habla de sí mismo, nos dice: “Yo soy manso y humilde de corazón”. También Él, el Hijo de Dios se abaja para recibir el amor del Padre”. Otra prueba particular del amor de Dios –indicó el Pontífice– es que Èl nos ha amado primero, Él se encuentra siempre antes que nosotros, y nos espera.
Y el papa Francisco, concluye su homilía pidiendo a Dios la gracia “de entrar en este mundo tan misterioso, de anonadarnos y de tener este amor que se comunica, que nos da alegría y nos lleva por el camino de la vida como un niño, de la mano”.
“Cuando nosotros llegamos, Él está, cuando lo buscamos, Él nos ha buscado antes. Él siempre esta adelante de nosotros, nos espera para recibirnos en su corazón, en su amor.
Y estas dos cosas pueden ayudarnos a entender este misterio del amor de Dios hacia nosotros. Para expresarse necesita de nuestra pequeñez, de nuestro abajarnos. Y también necesita nuestro estupor cuando lo buscamos y lo encontramos allí, esperándonos”.
(Texto original de la Radio Vaticano, traducido y adaptado por H. Sergio Mora)
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